Si hay un buen ejemplo de cómo pasar del éxtasis a la tristeza en tan solo unos segundos, ese sería la historia de los trabajadores de un local estadounidense que creyeron haber ganado 900 millones de dólares en la lotería, pero que en realidad correspondía al día anterior.
Risas, llanto, gritos de felicidad, así fue el escenario que se vivió el sábado en el Grissini’s Restaurant, cuando sus empleados pensaron que se habían ganado nada menos que los 949 millones de dólares que ofrecía la lotería Powerball, que repartidos entre las 42 personas, le daba a cada uno algo así como 23 millones de dólares a cada uno. Las imágenes de la cámara de seguridad filmaron el momento exacto de la algarabía de los empleados que no paraban de gritar. Lindo (para quien lo ve de afuera) hubiese sido ver también el momento en que todo fue un error.
Sin embargo, la alegría fue pasajera, ya que a los pocos minutos uno de los efímeros millonarios se percató que los números ganadores de su boleto correspondían sí, pero con los que habían salido ganadores el miércoles anterior.
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“Fue como recibir un puñetazo en el estómago”, comentó Charles Poveromo, de 55 años que, durante 13, trabajó como camarero en el restaurant donde los sueños se desvanecen. Era demasiado bueno para ser real. El hombre contó que los 42 empleados del lugar armaron una vaquita y compraron el boleto de la lotería.
Si hay un buen ejemplo de cómo pasar del éxtasis a la tristeza en tan solo unos segundos, ese sería la historia de los trabajadores de un local estadounidense que creyeron haber ganado 900 millones de dólares en la lotería, pero que en realidad correspondía al día anterior.
Risas, llanto, gritos de felicidad, así fue el escenario que se vivió el sábado en el Grissini’s Restaurant, cuando sus empleados pensaron que se habían ganado nada menos que los 949 millones de dólares que ofrecía la lotería Powerball, que repartidos entre las 42 personas, le daba a cada uno algo así como 23 millones de dólares a cada uno. Las imágenes de la cámara de seguridad filmaron el momento exacto de la algarabía de los empleados que no paraban de gritar. Lindo (para quien lo ve de afuera) hubiese sido ver también el momento en que todo fue un error.
“Agarré el celular y empecé a llamar a todos. Coincidían los números, sólo había alegría y no se puede reproducir con palabras los sentimientos de euforia”, relató. Pero el problema surgió cuando llamó a su mujer y ésta -más precavida- le dijo que corroborara bien la fecha. Fue ahí entonces cuando se llevó el peor golpe de su vida. “Durante veinte minutos fue real. No cambiaría esa sensación por nada”, lamentó.
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Cuentan que uno de los empleados (encargado de lavar las copas) al enterarse que se había convertido en millonario gritó “¡renunció!, ¡me voy de acá!”. Sin embargo, cuando comprendió la equivocación, se puso de vuelta su delantal y -con una falsa sonrisa- dijo: “De vuelta al trabajo”.