Yo no concibo The Walking Dead como una serie única y exclusivamente ultraviolenta. No me parece que sea necesario que en cada episodio haya una importante ración de violencia más allá del papel que juegan, como es lógico, los caminantes.
Me interesa esta serie, especialmente, por observar la evolución psicológica de los mismos ante un mundo apocalíptico en el que sobrevive el más fuerte capaz de hacer lo que sea para defenderse a él y a sus seres queridos. Capítulos como el dedicado exclusivamente a Beth y a Daryl tienen, a mi modo de ver, mucho interés en tanto en cuanto puedes obtener mucha información acerca de los personajes más allá de su habilidad a la hora de matar zombies o bandidos despiadados como la banda de Joe.
De esta cuarta temporada me quedo con el impactante episodio en el que Carol termina ejecutando a Lizzie, una pequeña absolutamente enloquecida aunque muy propia de un mundo sin valores como en el que se está criando, y la secuencia de la matanza del grupo de Joe en el último capítulo, con una interpretación estelar de Andrew Lincoln convertido en siniestro matarife capaz de quitar la vida provocando dolor innecesario, pero con una causa justa, la autodefensa.