BN / INDEPENDIENTE
Los Diablos Robos
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Garita de inseguridad
Garita de inseguridad. La empresa que custodiaba el predio de Villa Domínico fue desafectada en diciembre del año pasado y desde ese momento los robos se registran cada vez con más frecuencia.
Favio Verona Fverona@ole.com.ar
De Felippe está preocupado porque el predio en el que trabaja el plantel en Villa Domínico es tierra de nadie. Los intrusos roban y hasta arman torneos nocturnos.
Se cae a pedazos. Y es literal. El deterioro se ve reflejado en cada rincón del predio en el que Independiente se entrena en Villa Domínico. Los jugadores y el cuerpo técnico ya no toleran tanta precariedad. Pero más allá de las evidentes deficiencias estructurales, el alto grado de vulnerabilidad al que está expuesto el plantel es lo que fomenta el desasosiego. Hace rato que el complejo en el que trabaja el Rojo está gobernado por el miedo. El lugar es tierra de nadie. Los robos se suceden a un ritmo galopante y escalofriante. La inseguridad no es una sensación térmica. Y Omar De Felippe se cansó de tantas promesas incumplidas. “Hace unos días, mientras el equipo se entrenaba, entró gente al campo de juego y se llevaron algunas pelotas. Los arqueros gritaron, pero corrieron 50 metros en dos segundos y nadie los pudo agarrar. Esto me da una bronca bárbara, ahora tenemos pocas pelotas para trabajar”, relató.
No fue la primera vez. Hace más de 10 meses, el paredón perimetral que delimitaba al predio de la calle se desmoronó después de una tormenta. Como su reconstrucción le demandaría al club una inversión de $700.000, los dirigentes optaron por levantar una pared precaria con chapas y maderas. Pero eso no fue suficiente para detener la ola delictiva. “Nos toca vivir estas cosas y no está bien, nos preocupa la seguridad del plantel. Espero que puedan terminar el paredón y que el predio pueda ir creciendo de a poco, porque está muy quedado”, advirtió De Felippe. Desde diciembre, la empresa de seguridad que custodiaba el lugar fue desafectada y a partir de allí se registraron varios robos a mano armada. Es común que los intrusos ingresen y caminen a metros de los jugadores. También es habitual que por las noches se armen torneos relámpago entre los intrusos, que las canchas amanezcan deterioradas y que el plantel se vea obligado a cambiar el lugar de entrenamiento. Los robos de las cortadoras de césped, de los elementos del bufet del club o de la ropa de los chicos de la pensión forman parte de la rutina. Federico Mancuello lo resumió en una frase: “Es muy triste que el predio esté así”.
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