Claro, tendrían que dejarlos tranquilos como en el caso que comentan mas arriba de Ariel Malvino..
No creo que haga mucha falta remarcar la diferencia entre cubrir un hecho y explotarlo como si fuera un pozo de petróleo. Pero pensá que los ñatos que se hacen los indignados frente a una cámara cobran (y no poco) por montar un circo barato las 24 horas del día. Son personas que están llenando su bolsillo a costa de la muerte de este pibe.
Y como no les importa tener siquiera una noción medianamente acertada de lo sucedido, en ocasiones son capaces de elegir a dedo quién va a jugar el papel de víctima y quién el de victimario, dependiendo de cómo responda la gente. Quién va a ser el bueno y quién el malo, según el ánimo y el termómetro del público. Imaginate cómo sería tener un desafortunado protagonismo en un hecho como este, o ser familiar, amigo o conocido de alguien de quien se estén aprovechando así; más sabiendo que cuando el tema no genere controversia lo van a ignorar como si nunca hubiera pasado.
Por más aberrante que sea el delito cometido, el linchamiento mediático a la larga termina siendo estúpido. La justicia no va a trabajar mejor por el simple hecho de que el país se úna en una campaña chimentera contra la delincuencia.
Vamos al fondo de la cuestión, esto es hipocresía. Falta de honestidad y de real preocupación por disminuir la probabilidad de que un día cualquiera te mate en cualquier lado, en cualquier momento y por cualquier motivo.
Todos te van a decir que las cosas tienen que cambiar y prácticamente nadie va a buscar la manera de conseguirlo realmente. Para salvar las apariencias muchos te van a nombrar pavadas, valiéndose de análisis o reflexiones muy simplistas, que tocan (con suerte) una o dos aristas de un problema grande y complicado, echándole la culpa a un modelo cultural o social, a una imposición ajena al individuo (el que casi que se estaría convirtiendo en víctima de un sistema todopoderoso que lo empuja a actuar de manera reprochable), o a sentimientos y problemáticas clichés a las que se las pone en el eje del debate tanto como antes se hacía con diversos entes infernales en lo que se aseguraba que eran posesiones demoníacas.