Siempre llama la atención este tipo de torneo de selecciones porque durante 20 días podés mirar fútbol todos los días con el plus que le da a la definición un torneo de eliminación directa.
Fuera de eso, no. Y menos todavía por la selección argentina. Un rejunte de acomodados apañados por el periodismo y bancados por el hincha termo promedio (que son mayoría y se hacen escuchar) al mejor estilo “que de la mano del pampa Biaggio”. Con una dirigencia que no sólo no dejó de ser corrupta, sino que ahora también es inepta. Con técnicos cada vez de peor nivel (salvo excepciones puntuales) y también manejados tanto por la prensa como por la dirigencia y los jugadores, que encima se ponen en papel de víctimas.
Yo particularmente desde que lo encamaron a Basile (varios de los del grupito que se adueñó de la selección post 2010) perdí todo tipo de afinidad por la selección. Miro los partidos si estoy en casa al pedo y si no mala suerte. La final del 2014 me generó la sensación de una gran oportunidad que no se dio, pero a la media hora ya estaba haciendo otra cosa.
Lo que sí no entiendo ni voy a entender nunca es la cuestión patriótica que esgrimen algunos por mirar (y cantar, alentar, sufrir, disfrutar, etc) un PARTIDO DE FUTBOL. Donde encima al que no es así de termo lo tratan de anti patria y la rematan con el “no te quiero ver festejando cuando salgamos campeones”. Como si encima estos cagones fueran a dar la vuelta.