La salida de Ancelotti y el arribo de Benítez no hacen más que confirmar que en este fútbol sin proyectos a largo plazo (concepto que anhelamos en teoría sólo por algunos ejemplos favorables) el Real Madrid es el mayor exponente antagónico. Claro, ellos lo solucionan dado su poderío económico, dada la capacidad de contratar a cualquier jugador que pretendan, sin pensar si son innecesarios o redundantes para el plantel actual; acentuado si se sigue la lógica marketinera de Florentino Pérez. Pero inentendible en serio es el criterio en materia de entrenadores.
Recordemos que un tal Vicente del Bosque asumió el cargo de sopetón tras la patada en el orto que le metieron a Toshack y ganó dos Champions, una Supercopa de Europa, una Intercontinental y un par de Ligas locales (bancándose todo el verso de los galácticos, que potenciaban el plantel a base de nombres y talento, pero con cero criterio para armar un equipo, todos recordaremos que el jugador más valioso de aquellas épocas resultó ser Makelele, por laburar hasta la extenuación para suplir los agujeros que los galácticos dejaban) y también lo rajaron cuando pudieron.
Y en esta tónica del absurdo, Wanderlei Luxemburgo fue DT, fracasando estrepitosamente como era de preveer.
Ciertamente, alguien pensó que Benítez podía "repotenciar" un plantel conformado por jugadores contrarios absolutamente a su estilo y filosofía?
La única respuesta la tiene (o no) un tal Florentino Pérez.