Seis páginas de un posteo donde no se discute si estamos contentos por las victorias consecutivas, por llegar a la punta, ni por nada de eso. O sea, obviedades no voy a contestar. Que los del sanlorenzómetro hagan las especulaciones que quieran.
El tema es que no se ve un solo argumento futbolístico que te invite a pensar que podés soñar con competir seriamente cuando te toquen equipos con mayor entidad, más sólidos o como le quieran llamar.
Si el resto de los equipos no han explotado las debilidades que muestra San Lorenzo no es por otra cosa que no sea porque en definitiva tenemos algunos elementos de jerarquía y eso suele pesar en un torneo relativamente parejo como este. Lo de ayer se suma a lo del otro día; con el agravante que ayer siquiera enfrentamos a once tipos que juegan juntos seguido.
Lo que se ve es idéntico a lo de Aguirre y ya sabemos cómo nos fue. Salvo que con la misma fórmula pretendan obtener distintos resultados, no sé a quién le puede despertar esperanza pelear por algo cuando ya demostraste que jugando así y trabajando mal (cuando se trabaja) te quedás a mitad de camino de todo.
Y si te quedás callado y no decís nada, después te acusan de hablar con el diario del lunes, más de manual imposible.
Increíble cómo Biaggio desaprovechó una buena oportunidad para trabajar, mover piezas, consolidar a algún que otro chico (esos de los que él mismo afirmó que estaba contento de volver a dirigir) y eligió seguir haciendo la plancha y manteniendo una forma de trabajo que no sólo no nos hizo ganar nada, sino que además ni siquiera nos permitió jugar la Libertadores del año que viene.