El error lo cometen quienes se enamoran ciegamente de un profesional y luego le exigen fidelidad eterna.
Las demostraciones de afecto fuera del verde césped, sirven para el anecdotario personal de cada cual, en función de la empatía que haya conseguido cosechar el jugador por sus aptitudes dentro de la cancha.
La demostración de afecto de un "tronco consagrado", tiene la trascendencia de una simple nota de color y muere en el austero agradecimiento y queda inmediatamente archivada en el arcón del recuerdo, de quien tenga la voluntad de desempolvarla algún día (recientemente la carta de la Bomba Navarro, por ejemplo).
El dolor que experimentan, cuando un profesional con reconocimiento generalizado en la mayoría de los simpatizantes e hinchas tras su paso por el Club por su más que digno desempeño deportivo, firma un contrato que lo une a otra institución, es de exclusiva responsabilidad del que se confundió a cuenta. Si la expectativa se hace trizas, es por culpa del que depositó a cuenta, desde su creencia equivocada. Las palabras de mayor relevancia en un profesional deportivo es su nombre y apellido rubricado con su firma cuando inicia su contrato. Luego debe hablar con su aptitud futbolística. Lo que pueda decir fuera de la cancha debería tener muchísima menor trascendencia.
La estridencia de las palabras deberían ser significativas en un escritor o en un funcionario público. En un jugador de fútbol solo sirven para fomentar una reacción masturbatoria que acaba con el morbo del fanático que reivindica las mismas una y otra vez, cada vez que desea masturbarse con la verborragia del ídolo de barro de turno. Lo fue Sanfilipo, lo fue Perazzo, lo fue Giunta, lo fue Acosta, y en menores medidas, lo fue Erviti, lo fue Tuzzio, lo fue Rivero. Profesionales circunstanciales que demostraron aptitudes, nuevamente, en menor o mayor medida, cuando se pusieron el manto azulgrana sobre sus espaldas. Eso es lo que debería importar. Por eso valoro y venero con el paso del tiempo, aquellos jugadores que habiendo demostrado en el verde césped, prefirieron el silencio fuera del mismo. No necesitan sumar ningún plus a su gloria personal haciendo alarde público de nada: Sergio Villar, Roberto Telch, Paulo Silas, Néstor Gorosito, Fernando Galetto, Pablo Michelini, Bernardo Romeo (pese a que su presente tal vez se vea opacado por su reciente función en la institución, pero ello no borra lo que fue como jugador y su actitud para con los intereses de nuestro Club),