Hola, buenas tardes.
Antes que nada, le quiero pedir perdón, nuevamente, al Cuervo que reside en Austria; y a todos los fanáticos de Lionel Messi, también. Ayer, mientras miraba el partido, tuve la desgracia de adivinar que Higuaín lo iba a hacer de nuevo mientras encaraba hacia el arco; y después sabía que los chilenos iban a hacer todo lo posible para que el referí brasilero expulsara a un argentino. Creo que ahí volvió a fallar el DT, o los jugadores de mayor jerarquía, porque ese era un momento para pegar dos gritos para calmar y ubicar a tipos como Rojo, por ejemplo. Por eso, en caliente, me pasé de frenada tres pueblos y dije cosas indebidas. Mil disculpas a todos.
Les cuento a todos que yo nací en 1977. Así que gracias a la televisión, más que nada, tuve la dicha hermosa de ver fútbol desde el año 1982. Ahí no recuerdo mucho detalles, pero sí que lloré en el baño de casa luego de que Argentina perdiera contra Bélgica; o que el partido frente a la Italia de Dino Zoff, Paolo Rossi y la garrapata de Claudio Gentile me lo perdí, porque un amiguito no tuvo mejor idea que clavarme un fierro justo abajo del ojo, por suerte para mí. Y que en 1983 salí llorando desnudo a la calle cuando Independiente nos ganó el Campeonato de Primera División 1983. Y que esperaba los domingos bien a la noche, esperando el ratito donde daban los goles de la fecha, donde al único que recuerdo ahora es a Don Niembro. Y así estuve esperando como 6 horas para ver el golazo de Walter Perazzo en la cancha de Atlanta frente a la A.A.A.J. Y todo porque mi abuelo Cristóbal me lo dijo apenas llegué a casa después de un día de playa. O que hasta me creí que Juan Carlos Docabo era el mejor arquero del mundo, solamente porque usaba una camiseta con los colores distribuidos de tal manera que parecía un jockey. Que en 1986 pedía faltar al colegio para ver jugar a la Selección Argentina, y que por suerte me dejaban porque hoy todavía recuerdo en qué lugar de mi casa miré cada partido; que dejé de jugar con mis amigos una tarde, para mirar el partido frente a Bulgaria. Que ese año conocí a Zico y Sócrates, más Junior, Falcao y Branco (a Careca y Alemao ya los tenía del calcio); a Platini, Tigana, Papin, Amoros y Bats, el arquero enano que lo amargó a Sócrates; al Buitre Butragueño; al Enzo; a Rummenigge, Matthäus y Völler más al carnicero de Schumacher, que cuatro años antes casi asesina a Battiston; a los daneses Michael Laudrup y Elkjaer Larsen, que usaron la camiseta más hermosa que mis ojos recuerden y que encima empezaron metiendo miedo aquel Mundial; a Lineker y el morocho Barnes; a Boniek; a Futre; a los belgas Pfaff, Scifo y Ceulemans; y a todos los rusos que terminaban en ov. Ahí nomás llegó la Euro de 1988 y conocí a tres holandeses (Rijkaard, Gullit y el mejor 9 que yo recuerde, Marco van Basten, donde es imposible olvidar aquella volea a los soviéticos en la final).Y así seguí hasta el año 1998.
En el colegio secundario, por suerte, tuve un compañero, del Rojo él, que me hacía la segunda, y entonces no era el único loco al que solamente le importaba el fútbol en general, y San Lorenzo en particular. Pero en 1998, después de ver al Cholo Simeone leyendo aquel comunicado militar contra el periodismo de aquellos tiempos, dije para adentro que algo andaba mal. El zapatazo de Bati que astilló el palo derecho, el cabezazo del Burrito a Van der Sar y el globo sonda que lanzó Frank De Boer que el Ratón Ayala no pudo desactivar y que Dennis Bergkamp supo capitalizar me arruinaron. Porque de esa selección solamente quería al Bati, al Burrito y al Ratón (y a Lechuga Roa también, ya que dejó afuera a los piratas). Al resto, en especial a Simeone, el inglés Verón, ValdanitoquierojugarporBatiperonomedalanaftapormásqueelKaiserquiera Crespo, más el plantel repleto de gallinitas los comencé a odiar. A ellos los bauticé como Los Mercenarios. Y ese sábado 4 de julio de 1998 comenzó mi espiral autodestructiva cuando tenía que hablar de la GLORIOSA CASACA ALBICELESTE.
Tan loco estuve, que desde ese día hasta ayer, solamente alenté a la Selección durante Torneo Preolímpico Sudamericano Sub-23 de 2004, y nada más porque Gonzalo Rodríguez era el central titular. Y por suerte no me equivoqué, y que pude gritar el gol de Gonzalito a los brasileros aquella noche en Valparaíso con toda mi alma. Pero no sirvió para una mierda (si mal no recuerdo por esas fechas no estaba ni lesionado) ya que Marcelo Bielsa no lo llevó a Atenas. Y en Grecia no me quedó otra que alentar a Ginóbili y compañía. El partido de Walter Herrmann frente a los griegos, mamita, sin aquella actuación no había oro; y tampoco sin la palomita redentora de Manu frente a Serbia y Montenegro (Nikos Pitsilkas y la puta que te parió, con el tiempo reconociste que Luisito Scola no le hizo falta a Vlade Divac; pero te falta la otra parte de la historia, y es que Marko Jaric le bajó el brazo a Huguito Sconochini en la Final de Indianápolis 2002).
Fueron pasando los años de indiferencia absoluta. Hasta que llegó Lionel Messi a la mayor. Y con él, otros tantos fanáticos como lo fui yo también alguna vez. Y empezaron a compararlo con Diego Armando Maradona, todo bien. A decir que es mejor en todo, vida personal, en el verde césped, y también todo bien. Hasta que un día comenzaron a denostar y denigrar al Diego, y ahí se puso todo mal para mí. Y así cometí errores, como el de ayer. Pero nunca más lo voy a hacer. Por mi sobrino, que con 4 años solamente conoce a Messi (uno de los primeros regalos del tío fue el muñequito de Messi; estando en Barcelona, solamente fui hasta el Camp Nou para comprarle la camiseta, pantalón corto, conjunto y pelota, todo por Messi; y ayer, antes del partido le regalé una bandera de Argentina y una bufanda, para que pudiera ir a festejar con sus padres
… pero no se pudo).
Y ahora quiere renunciar porque erró un penal. El pibe tiene 29 años, tiene el físico para jugar tres Mundiales más y unas cuantas Copas Américas más también. Si alguien le contara quién fue Jacobo Urso; o Matthias Sindelar y su lucha contra los nazis; los jugadores del Dínamo de Kiev que no se dejaron derrotar por los soretes de la fuerza aérea nazi entregando su vida por ello; la tragedia de los jugadores del Torino y la de los del Manchester United quizás lo pensaría mejor.
Ayer, también le dije a mi sobrino que él iba a festejar muchos campeonatos de Argentina. Porque si a Messi le sumás la nueva generación (Mauro Icardi será un dominado por la mujer, bardea en Twitter y hace boludeces, pero merece una chance en la mayor; Paulo Dybala y Matías Kranevitter ya están listos; y yo deseo, como cuervo que soy, que Ángel Correa pueda tirar pases cortos con Messi), que la defensa está bien ubicada (y más si alguien le habla a Rojo) y otros detalles, pienso que hay altas chances de seguir jugando finales. Pero no sé, son decisiones, como decía Miguel Ángel Russo mientras los cangrejos entregaban el título de 2008.
Yo me banqué 18 años sin festejar en serio con lo que más quiero en la vida. Y tuve que aprender a disfrutar con muy poco, como ganarle a Boca Juniors en cualquier terreno y condición climática; alguna Liguilla Pre-Libertadores; el 4-0 a Boca en el Ducó; el 0-6 a Newell's Old Boys con Pipo, Beto, el Bocha Ponce, Matosas y el Yaya Rossi; el Clausura 1991 de Leo Rodríguez que, quizás, nos robó el Pichi Lousteau en cancha de Vélez Sarsfield; el tándem Pipo-Beto; sufrir cuando Gabrich se aprovechó del error compartido entre el Flaco Passet y Alejandro Simionato, más el penal fallado por Pipo, allá en Rosario. Hasta que llegó Paulo Silas do Prado Pereira al Bajo Flores, y me acuerdo el debut frente a Boca Juniors aquella tarde gris de semana, donde llegué justito del colegio para disfrutar otra victoria más frente a ellos; y después vino el campeonato que perdimos por el alargue que le otorgaron a River Plate frente a Talleres de Córdoba; y después del milagro en Arroyito fue todo ganancias, salvando el infierno que sufrimos con Abdo al mando.
Entonces, y para terminar, voy a decir lo siguiente: Por mi sobrino, el hermanito que viene en camino, por mi ahijada y por todos aquellos (sé que en este Foro la mayoría nació después de 1990, por lo cual…) que todavía no pudieron disfrutar lo que yo sí disfruté desde bien pequeño, es que nunca más en mi vida voy a hablar mal de Messi, ni por más que al Diego lo sigan atacando. Y ojalá que él siga jugando en la Selección. Porque allá por el año 2020, más o menos, voy a llevar a mi sobrino con 8 añitos (aunque ya es bosterito, no importa y es lo de menos) al Estadio más hermoso y moderno que la Republica Argentina va a conocer, ubicado en Avenida La Plata al 1700, y le voy a comentar, señalando con mi dedo al 10 de Argentina: "Ves, Bauti, ahí está Lionel Messi, el jugador más grande que tus ojos verán en toda tu vida". Y si alguna vez quedo en falta, que antes me parta un rayo.Como nunca más hablaré de la Selección Argentina, y eso que llegó la hora de bancar los trapos porque somos el hazmerreír de la prensa mundial, cosa que voy a hacer con cualquiera menos con un compatriota****, me despido con un abrazo fraternal para nunca más regresar a esta parte del Foro.
Perdón por lo extenso, no importa si nadie lo lee, pero tenía que expresarme para no explotar. Buena suerte.
**** No tiene que ver con el fútbol, pero en 2013, en el circuito de Spa-Francorchamps, casi me agarro a piñas con un rosarino (que reside en Suecia) que estaba con la mujer. Entramos a discutir por José María "Pechito" López. El muchacho atacándolo a él (y al Gobierno que le había prestado 2 millones de dólares para que pudiera subirse al USF1 Team o United States Grand Prix Engineering) y yo diciéndole que los chorros habían sido un pirata inglés (Peter Windsor) y un capitalista estadounidense (Ken Anderson). Fue todo tan lamentable, que todavía hoy me avergüenzo por aquello. Pero no por haber defendido a "Pechito". Otro que luchó mucho en Europa primero, después en la Argentina, y ahora nuevamente en Europa; que por pisar una mancha de aceite, nunca señalizada, en Salotto no obtuvo la Triple Corona del automovilismo argentino en 2009; que le robaron un campeonato de TRV6 en 2013; y que no tuvo más remedio que irse del país, porque acá hasta de ladrón lo trataron. Y hoy es la figura del equipo oficial Citroën del WTCC (Mundial de Turismos), donde va derechito al tricampeonato (ahora alguno va a decir que corre solo, ok, pero sus compañeros son/eran un tal Yvan Muller y otro que se llama Sébastien Loeb). Pero este es otro tema.