Este tiene algún pasaje un poquito críptico, pero son sólo un par de renglones.
Es hoy.
Vení, mirá lo que es esto. Vení, ya se que no entra nadie mas, pero asomate sobre mi hombro, espiá de a pedacitos que así es mas lindo. Como cuando era chico y vos me alzabas para ver los jugadores, y por un ratito me sacabas de ese mar de nucas y espaldas que me tapaban. Vení abuelo, acompañame, déjame que hoy yo te muestre a vos hasta donde llegamos, hasta donde creció la semilla futbolera que me diste a cuidar.
No te asustes por el estruendo, ya se que en tu época esto no era así. No, abuelo, no salió el equipo todavía, falta como hora y media. Lo que suena, esa bomba que estalla, es el latido, la fiebre, el estómago, de un pueblo enamorado de los imposibles. Es el llamado ancestral, el graznido feroz que une a todos los cuervos del mundo en un solo grito que se desparrama por los barrios y por el mundo.
Es hoy.
Lo sabemos bien. Y por eso el miedo, los nervios, el estudio minucioso de cada señal que podamos percibir en el ambiente, en los rostros. Por eso la repetición maníaca de las supersticiones. Por eso el morderse los labios para no hablar del inmediato después del partido, por pura precaución.
Es hoy Florentino.
Todo lo que le enseñaste a mi viejo y al tío Bocha, que mirá que increíble, justo hoy después de tanto tiempo, justo hoy, están viajando juntos por algún lugar de Estados Unidos, y seguro, pero seguro se les estruje el corazón cuando vean la azulgrana desde lejos, ya que mas que nada se encontraron para recordarte, aunque ni ellos lo sepan. Todo eso que transmitiste, me llegó en perfecto estado de la mano del viejo. Juntos atravesamos los rituales de la pertenencia, el bautismo del tablón y los colores, el mayor tesoro que un chico puede recibir. Y Mati también, claro. Sabrás bien que ahora vive en Barcelona, justo la ciudad del equipo admirabas a pesar de haber nacido en Oviedo, y que por eso cuando llegaste a La Plata con apenas 14 años y te llevaron a ver a Gimnasia, te bastaron segundos para enamorarte del equipo visitante, que con sus colores parecía hacerte un guiño, un gesto tierno, en medio de tanto barco y laburo pesado que tuvo tu niñez de inmigrante.
La leyenda continúa abuelo. Y es hoy.
Es hoy que mis hijas, chiquitas todavía, me preguntan por el Ciclón intuyendo el significado profundo que encierran esas letras, entendiendo que compartimos un lenguaje que está mas allá de las palabras.
Vení abuelo, apretujate un poco mas. Mirá lo que es esta hinchada milagrosa, mirá la tensión y el sueño de gloria que nos envuelve a todos en este mar azul y rojo que quiere desbordar.
Porque ahí viene ella abuelo, ahí la traen. En una última provocación, la van a poner en una mesita, para que nos mire, para que nos enloquezca con su fulgor plateado. Yo creo que si hiciéramos silencio ( cosa imposible), la oiríamos cantar su chamuyo de sirena.
Pero está dicho abuelo, de silencios no sabemos nada, y de repente el estadio abre sus fauces como la bestia salvaje que es cuando lo habitamos todos (los vivos y los muertos), y entonces enardecidamente , brama, grita, ahúya, clama, exclama, exige:
Es hoy
miranos mirarte y entendelo bien, Plateada
somos niños mendigos ancianos, mirándote
somos señores señoras jefes laburantes, deseándote
somos el barrio la risa el llanto, buscándote
somos el hambre el despecho el olvido, gritándote
para que te dignes, para que te quedes en casa
de una puta vez
Y si abuelo, yo también tengo los pelos de punta, el escalofrío que sube y baja por la espalda, la garganta preparada para la batalla que está por comenzar. Porque ahora si se viene el equipo a la cancha y ni todas las palabras, ni esta charla entre susurros que estamos teniendo en plena multitud, ya nada de esto podrá ayudarnos porque la espera terminó.
Andá tranquilo abuelo. Se que lo vas a ver mejor desde arriba. Y no tengas dudas en pedirle una mano a tus vecinos de nube, si ves que se complica.
La cancha explota con la salida de los jugadores y veo que querés decirme algo mas, pero ya no te escucho nada.
Entre la cortina de humo y lágrimas llego a ver tus ojos bonachones, tu sonrisa pícara, tu bigote canoso. Y como oírte es imposible, te leo los labios que siguen moviéndose con la parsimonia de siempre. Y entonces si, lo comprendo todo.
Es hoy.
13-08-2014 14hs.