Como ciudadano español, me gustaría compartir algunas reflexiones personales en este debate:
Las tensiones territoriales han existido en España siempre, con mayor o menor intensidad, desde la conformación del estado tal y como se conoce hoy en el siglo XVI. Más aún desde la llegada al poder de los borbones en el siglo XVIII, y la instauración de un modelo de estado centralista y contrario al reconocimiento de las particularidades regionales que, con intervalos contradictorios temporales, se reconocían y mantenían durante la estancia de los Austrias en la Corona española.
Lamentablemente, ha sido habitual en España en ciertos momentos históricos el uso de los símbolos nacionales para agredir, en vez de aglutinar, el franquismo fue un claro ejemplo de ello. Sin embargo, con la caída de la dictadura a finales de los años 70 del siglo pasado, los nacionalismos moderados y democráticos catalán, vasco, gallego (e inclusive el andaluz, aunque de manera simbólica y con mucha menos fuerza, ya que en Andalucía la identidad "nacional" andaluza fue enarbolada por los socialistas y comunistas principalmente) aportaron a la estabilidad política e institucional. La Constitución de 1978 fue aprobada mayoritariamente en todas las regiones españolas (con una alta abstención en Euskadi promovida por el principal partido, el Partido Nacionalista Vasco, la extrema derecha y la extrema izquierda de la época), y con diferencias políticas lógicas sí había un enorme respeto institucional que hoy se ha perdido.
No es la primera vez que se silba al himno y a la figura del Rey. Ya ocurrió en los años 90 y 80, dependiendo de la situación política del país. La crisis económica ha reavivado debates que se creían superados sobre el modelo de estado y la convivencia entre españoles, lamentablemente no siempre desde una perspectiva moderada y sensata, y eso ha provocado imágenes que hasta hace poco tiempo se creían impensables, como que miembros de la Familia Real sean abucheados en el Teatro Real en Madrid. Ahí hay algo más que política.
Ahora el nacionalismo moderado catalán ha caído en el error de permitir, cuando no alentar, ciertos comportamientos que rozan peligrosamente la frontera de lo permisible en un estado democrático. Es cierto que España debe confluir hacia un estado federal y crear fórmulas que permitan una mayor autonomía económica a las regiones, hay margen de maniobra para la negociación, pero la responsabilidad política debe prevalecer siempre. No es de recibo esa imagen del President catalán sonriendo mientras el Rey, a su lado, aguanta estoicamente el chaparrón, es un error que se le volverá en contra, más que nada porque la historia es la que es, y los relatos victimistas sobre un presunto abuso histórico de España sobre una región rica y que goza de un grado de autonomía altísimo no son creíbles. Sobre todo teniendo en cuenta que la situación financiera catalana (caótica y dramática) es fruto de la gestión propia del ejecutivo catalán.
¿Es libertad de expresión silbar el himno? Pues sí, yo comparto la visión que tiene la Justicia española sobre el tema, otra cosa es que lo comparta, que desde luego no, en absoluto. No se puede usar en defensa de tu propia identidad cultural y política la agresión a los símbolos que, hoy en día, pertenecen a todos los ciudadanos españoles, nos guste o no, nos sentamos representados o no.
Tengo la inmensa suerte de ser andaluz, ciudadano del mundo, descendiente de tartessos, fenicios, griegos, cartagineses, romanos, pueblos germánicos, musulmanes, judíos y cristianos, mi patria es el mundo y mi bandera la blanca y verde, mi estado es el español, al que respeto y considero propio mientras éste respete mi identidad andaluza. Por eso me disgustan los shows de silbatinas, no aportan nada bueno, ni nuevo....