Autor Tema: "Vos sos de la B"  (Leído 1748 veces)

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Vos decime cuántas estrellas te contás y yo te digo qué me podés cantar (porque si me vas a hablar de “la historia completa”, que sea completa en serio). Y sí, es impiadoso rol el de refutador de chicanas futboleras, sobre todo porque la chicana es parte esencial de nuestro fútbol. Pero justamente es nuestro fútbol el que no me deja otra opción..

Tras los recientes descensos de River en 2011 e Independiente en 2013, los hinchas de Boca creen ser los únicos autorizados a enarbolar la futbolera chicana del “suben y bajan”, la del “vos sos de la B” . Pero el revisionismo que últimamente fogonean los propios xeneizes (entre otros) para bordarse estrellas amateur les patea en contra en esta cuestión ¿Y si te digo que nadie está más legitimado por “la historia completa” que los sanlorencistas para enrostrarle esta chicana a los demás?

Esta columna ya abordó una pregunta que más de uno nos trasladó, desde la tribuna de enfrente, acaso para no tener que respondérsela él mismo: “¿de qué barrio sos?”. Tiempo después, más precisamente el 13 de agosto de 2014, quedó por siempre caduca otra ‘gastada’ hasta entonces recurrente: “¡ganá la Copa, LPQTP!”. Y aunque quizás haya que recordarles, a quienes ahora hablan de “ser campeón mundial”, que técnicamente todavía ningún club argentino lo es, prefiero ir a la caza de otro mito, prefiero volver a los ochenta, época de enorme penuria institucional y enormísima mística en las gradas, mi infancia azulgrana, cuando una liguilla pre-Libertadores significaba una vuelta olímpica y todavía estaba fresco el descenso del ’81 (ese que los demás nos evocaban con sorna y del que erigimos con orgullo la inigualable gesta del ’82). La época en la que a San Lorenzo se le cantaba: “el que no salta se fue a la B”, sí.

Porque retrotraerme a esos años invita a repensar la relación del CASLA y de los demás clubes argentinos con las categorías de ascenso, en especial hoy que muchos desempolvan sus rancios lauros del Amateurismo, obnubilados por los brillos de un pasado romántico que debería remitir exclusivamente a gloria y a grandeza… pero no. Porque el pasado también puede remitir a derrota y a pequeñez.

Al oficializar un Amateurismo sin distinciones o Copas Nacionales extintas y de irrisorio desarrollo se abre una Caja de Pandora que no sólo enloda a los supuestamente más impolutos, sino que también posiciona a San Lorenzo como el equipo grande con menos temporadas en el ascenso de la Argentina.

Que se entienda bien: no estoy legitimando un revisionismo mal aplicado que, a conveniencia del revisionista de turno, homologa cualquier competición del pasado con las vigentes. Todo lo contrario, esa reivindicación ciega me parece un disparate (y en más de un caso, me da vergüenza ajena). Lo que estoy diciendo es que quien se añade estrellas al escudo por las ‘Copas Doctor Ibarguren’ alzadas en “blanco y negro” debe estar dispuesto a aceptar la mancha negra de haber padecido largas temporadas en el ascenso del Amateurismo. (“Esa mancha no se borra nunca más”)…

Resulta extremadamente difícil buscar precisión en una Era, la Amateur, signada por la desorganización absoluta y la falta de registros. De hecho, es probable que sea inexacto algún dato de este relevamiento superficial, que no tiene otra pretensión que la de ofrecer un primer acercamiento al tema para que luego otros puedan ahondar en él. Sucede que hablar de dicho período de nuestro fútbol equivale a aceptar el reinado del asterisco: desde numerosos partidos que finalizaban con uno de los equipos abandonando la cancha antes del tiempo reglamentario por “disconformidad con el arbitraje” hasta reestructuraciones ‘express’ que implicaban ascensos o descensos de categoría a mansalva, todo ello sazonado con falta de rigor, contradicciones y vacíos de documentación. No obstante, en las próximas dos entregas intentaré reseñar -en líneas generales- cuántas temporadas en las divisiones menores disputó cada uno de los “cinco grandes” en el transcurso de la historia.

Y aunque te haya anticipado la conclusión principal, aunque ya sepas que bajo esta lógica San Lorenzo puede mirar a todos desde arriba, y con mucho margen de superioridad, te aseguro que los pormenores te van a sorprender.
ocio
"En el fútbol no se elige un ganador. Ser de San Lorenzo es un interminable sobresalto, una carga que se arrastra en la vida con tanto desconcierto y orgullo como la de ser argentino". Osvaldo Soriano.

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A vos que te decís “heptacampeón”, ¿cómo te suena “octadescendido”? Musicalmente hablando, el hit del momento está compuesto por estrellas del ayer. Pero si hay “Grandes Éxitos”, también debe haber “Lados B”. Con esa certeza, proseguimos el repaso de una historia en minúsculas que a muchos no les conviene contar completa.

En tiempos de un revisionismo futbolero desprovisto de todo rigor, quienes se cuelgan sus añejas medallas de chapa como si fueran de oro y contabilizan como grandes logros campeonatos definidos por cantidad de córners a favor deben admitir, también, sus largas estadías en el ascenso. Según su propia lógica, San Lorenzo es el club que menos jugó en la “B”.

Reorganizado como institución en 1913, luego de dos años de disolución provisoria hasta que sus jóvenes integrantes tuvieran una mayor edad, San Lorenzo de Almagro se afilió a la Asociación Argentina de Football bastante tarde, en 1914. Cuenta la leyenda que, para cubrir los 120 pesos moneda nacional que implicaba dicho trámite, Federico Monti tuvo que hacer uso de sus ahorros personales.

A diferencia de otros clubes, al Ciclón le bastó esa única temporada en el ascenso para conseguir el arribo a Primera, que concretó el 1 de enero de 1915, al superar 3-0 a Honor y Patria en cancha de Ferro. Desde entonces se mantuvo en la categoría de elite hasta el fatídico descenso de 1981, frente al Argentinos Juniors de Suárez Mason.

Mucho se ha escrito sobre la epopeya azulgrana del ‘82, ese maremágnum popular que iluminó la noche más oscura del país, cuando un solo club, en Primera ‘B’, recaudaba más que todos los de la ‘A’ juntos. Limitemos la reseña, entonces, a un torneo ganado de punta a punta por San Lorenzo, con ocho puntos de diferencia sobre su más inmediato perseguidor (en una época en la que las victorias sumaban de a dos).

En suma, en el transcurso de la “historia completa”, como le gusta decir a los revisionistas, el CASLA jugó apenas dos temporadas en el ascenso: la de 1914, durante el Amateurismo, y la de 1982, en la Primera ‘B’. En ambas oportunidades ascendió a Primera División ganando en la cancha y como campeón (en el segundo caso, batiendo récords de convocatoria).

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Distinta es la historia de Racing Club, que -dos años después de su fundación- se afilió a la Argentine Football Association en 1905. Esa temporada (en la que Alumni salió campeón por quinta vez en Primera y América se quedó con el título en Segunda), el club de nombre inglés pero inspirado en una revista de automovilismo francesa (!!!) disputó el campeonato de Tercera División. Aunque escasean los datos del certamen, se sabe que el mismo fue ganado por Alumni III (es decir, por la tercera de Alumni) y que la escuadra de Avellaneda finalizó escolta en el denominado ‘Grupo B’. Aun así, por motus propio ascendió a Segunda, al decidir anotarse en esa categoría para disputar la siguiente temporada.

Racing, cuya casaca en aquellos tiempos era rosa y celeste, permaneció en dicha división cinco temporadas: no superó la fase de grupos en los torneos de 1906 y 1907, accedió a la final en el campeonato de 1908 (la perdió estrepitosamente 0-7 ante River), llegó a semifinales en 1909 (esta vez su verdugo fue Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires, que lo venció 1-4) y recién ascendió a Primera en 1910 (al derrotar 2-1 en la final a Boca).

Hasta ahí, la historia en sepia. Pero la Academia volvió a “pisar segunda” más de siete décadas después, durante el Profesionalismo, al descender por el sistema de promedios, junto con Nueva Chicago, en 1983. Técnicamente el descenso no se concretó con la célebre caída ante Independiente -a la postre campeón del Metropolitano-, sino con una derrota previa, frente a Racing de Córdoba. Vale destacar que durante esta nueva travesía por el ascenso, los académicos fueron acompañados en distintos estadios por muchos simpatizantes de River, dada la amistad que ostentaban ambas hinchadas por entonces.

El campeonato de Primera ‘B’ de 1984 quedó en manos de Deportivo Español, que le sacó 16 puntos de ventaja a Racing, condenándolo así a jugar un octogonal por el segundo ascenso. Luego de eliminar a Deportivo Morón y Lanús, los de Avellaneda perdieron en la instancia definitiva ante Gimnasia La Plata (1-3 y 2-4).

En 1985 el conjunto académico tampoco logró campeonar, galardón que quedó en manos de Rosario Central. No obstante, en esta oportunidad Racing sí pudo aprovechar la opción del octogonal, luego de superar a Banfield y a Quilmes, y de imponerse sobre Atlanta en la final (años después, el ex presidente de esa institución, Silvio Dalman, reveló que dicha serie estuvo “arreglada”).

Los tiempos recientes tampoco estuvieron exentos de controversias, con hitos como la quiebra y el gerenciamiento, el salvataje político, el coqueteo con los últimos puestos del promedio, un partido jugado en 2000 sin habilitación judicial y un Tribunal de Disciplina que dos veces evitó quitarle puntos clave, el discutido título de 2001 y la Promoción contra Belgrano en 2008, entre otros.

En síntesis, Racing jugó ocho temporadas en el ascenso: 1905 en Tercera; 1906, 1907, 1908, 1909 y 1910 en Segunda, y 1984 y 1985 en Primera ‘B’. Se trata del “grande” con más estadías en la segunda categoría. Y sólo una vez ascendió como campeón (1910).
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Como sus “primos” de Avellaneda, el Club Atlético Independiente también demoró dos años a partir de su creación en afiliarse a la Argentine Football Association. Lo hizo en 1907, cuando inscribió un equipo en Segunda y otro en Tercera División. Y no fue un inicio precisamente glorioso: su equipo más competitivo, el de Segunda, finalizó la temporada en el último puesto, mientras que al de Tercera no le fue mejor: sufrió una de las mayores goleadas de las que haya registro 1-21 ante Atlanta (no es error de tipeo). Dicho sea de paso, con su afiliación a la primigenia AFA la camiseta del CAI mutó a roja, ya que a los clubes ingresantes se les prohibía defender colores usados por otros equipos, por lo que debió abandonar la casaca blanca con vivos azules que venía luciendo (y que era similar a la de Quilmes).

En 1908 Independiente presentó tres equipos, dos de los cuales tuvieron un desempeño bastante más decoroso que el año anterior: uno llegó a la final del Campeonato de Tercera (fue derrotado 0-3 ante Banfield), mientras que el otro accedió a la final de la Copa de Competencia en dicha categoría (cayó por 0-3, en este caso frente a Ferro). Poco se sabe de lo acontecido en 1909, salvo que una de las escuadras del Rojo ganó la denominada Copa Bullrich de Segunda División (desde entonces, cada 8 de septiembre el club celebra ‘El Día del Futbolista’). En 1910, en tanto, el CAI se quedó con la Copa de Competencia ‘La Prensa’ de Segunda División. Perfectamente podríamos hablar, si fuéramos un tanto maliciosos, de un incipiente “Rey de Copas de la ‘B’” (pero no lo vamos a hacer).

En 1911 el Rojo estuvo a punto de dar el salto a la máxima categoría, pero cayó en su propia cancha 0-3 en la final de la denominada ‘División Intermedia Extra’ ante Estudiantes de La Plata. El dato curioso es que Alumni, que tenía la decisión tomada de disolver su equipo, igualmente resolvió inscribirse en el siguiente torneo de Primera (al que no se presentaría), lo que impidió que Independiente aprovechara el cupo vacante y ascendiera “por escritorio”. De todos modos, eso no tardaría mucho en suceder.

Así llegamos a la escisión de 1912, cuando la creación de la Federación Argentina de Football implicó la existencia, por primera vez en la historia, de dos organismos organizadores paralelos. Al aceptar la invitación para formar parte de la nueva entidad (no reconocida entonces por la FIFA), bien podría decirse que Independiente se ‘auto-ascendió’ a Primera (cual empresario Daniel Vila auto-declarándose presidente de una AFA paralela). A punto estuvo de ser campeón ese mismo año, ya que empató 1-1 la primera final frente a Porteño e igualaba el desempate hasta que parte de sus jugadores abandonaron el terreno de juego a modo de protesta por un gol no convalidado. El match suspendido fue reprogramado, pero el CAI nunca se presentó al mismo, por lo que el título le fue conferido a su rival.

Unificación de federaciones al margen, años después llegó el fin del Amateurismo y el comienzo del fútbol tal como lo conocemos. Durante largas décadas el Rojo se ufanó de haber transitado el Profesionalismo en Primera, aunque el chiste empezó a perder gracia desde el cambio de siglo. Endeudado y con un promedio en baja, el club se quedó con un polémico Apertura 2002, galardón cuya legitimidad fue puesta en duda en declaraciones públicas por el expresidente Andrés Ducatenzeiler.

Once años más tarde, no hubo salvavidas que valga: Angelito Correa los devolvió al inframundo de las divisiones menores. Derrotado 0-1 en su propio estadio por San Lorenzo, el CAI descendió en junio de 2013 a la Primera ‘B’ Nacional, donde no gozaría justamente de una estadía placentera. Relegado por Banfield y Defensa y Justicia, dependió de un desempate por el tercer puesto ante Huracán, al que superó 2-0 para recuperar su lugar en la máxima categoría. Por las dudas, el expresidente de AFA Julio Grondona ya había previsto 10 ascensos y una Primera División con 30 equipos para el semestre siguiente.

En definitiva, Independiente sobrellevó un total de seis temporadas en el ascenso: las de 1907, 1908, 1909, 1910 y 1911, durante el Amateurismo, y la de 2013-2014, en la Era Profesional. Su arribo a Primera en 1912 fue por unirse a una federación disidente, mientras que en 2014 se benefició con la ampliación a tres del cupo de ascensos desde la Primera ‘B’ Nacional.
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Tras adoptar ‘Juniors’ como complemento de su nombre para ser aceptado por la anglófila Asociación Argentina de Football, Boca se inscribió en 1908 en el certamen de Segunda División. El club debutó con una temporada aceptable, al acceder a una de las semifinales, donde cayó de manera polémica ante Racing. Por ausencia del árbitro, que era socio y simpatizante del equipo de Avellaneda, el partido se postergó una semana, lo que permitió a los albicelestes recuperar jugadores lesionados. Al llegar la fecha designada, el juez se negó a esperar a dos players de Boca que estaban demorados y los xeneizes debieron disputar con nueve hombres el primer cuarto de hora, lapso en el que Racing marcó el único gol del encuentro. Típico del Amateurismo.

El desempeño de Boca en el torneo de 1909 fue decepcionante: terminó tercero en su sección, sin ninguna chance de ascenso. Al año siguiente, gracias a una reglamentación que impedía que River Plate tuviera dos equipos propios en Primera, tomó el lugar del River II en la final versus Racing. Parecía la oportunidad ideal para vengarse de su anterior verdugo, pero los de la Ribera volvieron a fracasar (esta vez, 1-2). En 1911, aunque la Segunda División pasó a ser Intermedia Extra, Boca no dejó de ser Boquita. De hecho, recién evitó el descenso en la última fecha, al golear 6-1 a Comercio. Según las crónicas deportivas de esos tiempos, más que por su juego los xeneizes se caracterizaban por los reclamos y las protestas que elevaban ante las autoridades cada vez que perdían.

Con su nueva cancha de la Costanera Sur, Boca mejoró su rendimiento durante 1912. En el marco de un torneo completamente irregular (al producirse un cisma en la Asociación, varios clubes crearon la Federación Argentina, por lo que se anularon todos los partidos disputados por esos elencos), el team boquense sólo fue superado en la tabla de posiciones por Ferro y Platense. El sueño de arribar a la elite del fútbol local se veía nuevamente postergado en el verde césped, pero la falta de equipos para completar la nómina de Primera hizo que el 10 de febrero de 1913 una asamblea extraordinaria de la Asociación Argentina de Football decretara el ascenso ‘de facto’ de Boca (junto con Platense, Comercio, Estudiantil Porteño, Ferrocarril Sud, Olivos, Riachuelo y Banfield, que saltó dos categorías), además de la anulación de descensos desde la divisional superior. ¿A que no saben qué otro equipo se benefició con dicha resolución? La respuesta, más abajo.

Podría pensarse que la caducidad del Amateurismo significó el final de la ‘historia negra’ boquense, ya que el club no volvió a pisar la ‘B’. Pero durante la Era Profesional escribió otro capítulo sumamente interesante que vale la pena reseñar: el de 1949. A priori todo indicaba que ese año Boca pelearía el título, ya que había contratado a varias figuras provenientes de distintos puntos del país. Sin embargo, los malos resultados se sucedieron fecha tras fecha y al finalizar la primera rueda el equipo marchaba último (a cuatro unidades de Tigre y Lanús, y a cinco de Huracán), con un total de tres triunfos, tres empates y 11 caídas. En rescate del popular CABJ, la AFA tomó la inédita determinación de abrir el libro de pases en mitad de la competencia, y gracias a ello los xeneizes pudieron contratar seis nuevos refuerzos (entre ellos, al velezano Juan José Ferraro, goleador del campeonato). Pero ni siquiera así Boca despegaba del fondo (estuvo último durante 31 jornadas), al tiempo que Huracán se complicaba más y más. Hermanadas en la desgracia, ambas instituciones postularon la cancelación de descensos por la presenta temporada (y, ya que estaban, por las dos siguientes). Nunca se sabrá si la propuesta hubiera prosperado o no (aunque algunos medios daban por descontado que sí), ya que Boca zafó en la última fecha, al golear 5-1 a Lanús, en un match cargado de sospechas. Así, los granates debieron disputar ante Huracán el desempate más controvertido de la historia y la AFA pudo respirar aliviada.

A modo de resumen, Boca Juniors jugó cinco temporadas en el ascenso: 1908, 1909, 1910, 1911 y 1912. Ascendió a Primera favorecido por una reestructuración. Y aunque pueda jactarse de ser el único grande que no pasó por el ascenso durante el Profesionalismo, probablemente hubiera sido el primero en hacerlo, en el ‘49, de no ser por el salvataje de la AFA.

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River Plate debutó en la Tercera División de la Argentine Football Association en 1905, y sus inicios quedaron “lejos” de ser los de “el más grande”. Con sólo dos victorias, una igualdad y ni más ni menos que nueve derrotas, se colocó séptimo en una zona integrada por ocho escuadras. La calamitosa campaña no impidió que la institución que por entonces hacía de local en la Dársena Sur optara por anotarse en la Segunda División al año siguiente, en otro caso de “ascenso por mano propia”. Esa participación de 1906 no fue mucho mejor que la anterior: River perdió consecutivamente los siete primeros partidos y recién cortó la racha contra Barracas Athletic II, en el que fue su único triunfo en cancha (consiguió otros tres por la no presentación de sus rivales). Terminó sexto de siete, sin chances de clasificar a las rondas decisivas.

El fútbol argentino debió esperar hasta 1907 para atestiguar una temporada riverplatense decorosa. Recién mudado a Sarandí, ese año el club llegó a disputar la final por el primer ascenso a Primera de la historia (hasta entonces los cupos para acceder a dicha categoría estaban cerrados). Pero el privilegio quedó en manos de Nacional de Floresta, un equipo de empleados de la tradicional tienda Gath y Chaves, que lo venció 1-0 en Ferro Carril Oeste.

En 1908, con la base de ese plantel más la llegada en el transcurso del torneo de varios jugadores de Nacional de Floresta (que, pese a su buen andar en Primera, había sido desafiliado por carecer de un terreno de juego en condiciones reglamentarias), River logró un ascenso signado por todo tipo de incidencias, tras superar en las instancias definitorias a Ferro y Racing, respectivamente. Vale acotar que la final con los de Avellaneda “se jugó dos veces”: el primer match fue anulado por invasión de cancha en los festejos riverplatenses del 1-0 parcial, mientras que en el segundo la victoria fue de un contundente 7-0 (con la complicidad, cuentan las malas lenguas, del arquero racinguista, quien tras una mala labor en la primera etapa directamente no salió a jugar el segundo tiempo).

Durante los años siguientes, el desempeño del CARP en la elite del fútbol argentino fue irregular: subcampeón de Alumni en 1909, séptimo de nueve clubes en 1910 y en mitad de tabla en 1911. Con la desafiliación de Alumni y el paso a otra federación de Estudiantes de La Plata, Porteño y GEBA, el campeonato de 1912 fue más anómalo que de costumbre (lo cual ya es mucho decir). Sólo seis de los 10 participantes concluyeron la competencia y la particularidad destacable es que el team de la banda roja ocupó el último puesto, con apenas tres triunfos, un empate y seis caídas (y una diferencia de goles de -15). Pero la reestructuración de la Asociación Argentina de Football que favoreció el ascenso de Boca evitó el descenso de River. Ayer igual que hoy, los dos “más ganadores” se beneficiaban de la caridad del sistema.

Menos drástica, pero igual de efectiva, fue la ayuda que los “millonarios” recibieron en 1983, con la implementación del sistema de promedios que impidió que descendieran pese a haberse posicionado en el 18º lugar de 19 equipos. Si bien es cierto que la determinación fue previa al inicio del certamen, su motivación esencial post-descenso de San Lorenzo fue salvaguardar a un River en crisis económica y futbolística. No conforme con eso, al año siguiente la AFA extendió de dos a tres la cantidad de temporadas a dividir en los promedios a fin de “licuar” un poco el bajo puntaje de ese club y de paso darle más aire a Boca, que también entraba paulatinamente en zona de riesgo.

El Apertura 2008 (el del fatídico Triangular Pompilio) no fue un torneo más para River, ya que -como en 1912- volvió a finalizar último. En este caso podría pensarse que una vez más los promedios lo mantuvieron con vida, pero en realidad sólo estiraron la agonía. Al cerrar la temporada 2011/2012 con el 17º peor coeficiente (apenas por encima de Gimnasia La Plata y de los descendidos de manera directa Huracán y Quilmes), el club se vio obligado a revalidar su permanencia en una inolvidable Promoción frente a Belgrano de Córdoba. Desarrollado en suelo cordobés, ya con el tanteador 0-2 y altas probabilidades de una diferencia mayor, el primer partido estuvo largos minutos suspendido por la invasión de simpatizantes visitantes, que llegaron a agredir a sus propios jugadores. Sin embargo, no hubo sanción alguna para la institución riverplatense, a la que se le respetó la localía para el cotejo de vuelta. Lo siguiente es bien conocido: el 1-1 condenatorio, la quema de parte del estadio favorito de la Junta Militar, la ira generalizada en los alrededores y un juez amenazado de muerte en el entretiempo que terminó pitando un falso penal (malogrado), entre otros “detalles”. La realidad era demoledora: River se había ido a la ‘B’ en la era del Internet y la High Definition.

Si la convocatoria del “Millo” en el Nacional distó mucho de la “Revolución” que vendieron algunos medios de comunicación, la campaña deportiva tampoco estuvo a la altura de “el más grande lejos”. Si bien lideró la tabla de posiciones durante el primer tramo del certamen, en las jornadas finales su chance de ascenso directo parecía estar en serios aprietos. La inquietud era tal que por entonces comenzó a circular en la AFA un proyecto para conformar una Primera División “para todos y todas” de 38 equipos. Sin embargo, la victoria 2-0 ante Almirante Brown y los pasos en falso de Instituto y Rosario Central en la última fecha, le permitieron retornar a la Primera División junto con Quilmes.

En definitiva, River Plate disputó cinco temporadas en el ascenso: las de 1905, 1906, 1907 y 1908, durante el Amateurismo, y -fresca en la retina de todos- la de 2011/2012, en el Profesionalismo. Pudo haber estado más años en las categorías inferiores, pero se benefició con la anulación de los descensos en 1912 y con la instrumentación del sistema de promedios en 1983 y su modificación en 1984.

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Sin criterio ni rigurosidad ni contextualización, el revisionismo es aún peor que el olvido o la ignorancia. Estoy convencido de que cuanto más se estudien y analicen los torneos de nuestro fútbol durante el período Amateur o las competiciones no regulares del Profesionalismo, más expuesto quedará el ridículo de oficializar esos títulos y equipararlos con los actuales.

No obstante, quien contabilice los distintos lauros que las distintas instituciones consiguieron por entonces, también está obligado a reconocer los años que acumularon en las categorías inferiores (Tercera y Segunda División, Primera ‘B’ y Nacional ‘B’, según el caso y la época). Y es en ese sentido que el hincha de San Lorenzo, más que el de ningún otro club argentino, está avalado para enrostrarle una sentencia lapidaria a los demás: “Vos sos de la ‘B’”.
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