20 equipos torneo largo de 38 fechas
Los primeros 4 a la libertadores con el campeon de la copa argentina
del 5 al 9 a la sudamericana
Los últimos 3 a la B
La libertadores y la sudamericana que sean paralelas y anuales
Suscribo absolutamente. Actualmente son 6 los equipos argentinos que clasifican a la Sudamericana (en la presente edición hay 7 porque Lanús es el campeón defensor), así que serían del 5° al 10°.
De esta forma tenés a los primeros 12 o 13 clubes de la tabla involucrados en alguna pelea: campeonato, ingreso a la Libertadores, ingreso a la Sudamericana. Y a unos 5 o 6 peleando por no descender. Quedarían 2 o 3 equipos boyando, teóricamente sin pelear por "nada", aunque dada la paridad del campeonato argentino y la exigua diferencia de puntos con la que terminan los equipos, tranquilamente esos clubes ubicados entre el 12° y el 15° podrían fluctuar permanentemente y pasar de una fecha a otra de no pelear por nada a hacerlo por ingresar a la Sudamericana o no descender. El argumento con el que se defienden los promedios es este, que mantiene a todos siempre compitiendo por algo, porque siempre es importante sumar puntos para engrosar el promedio. Pero es mentira, el margen de especulación no se ha eliminado por completo con la introducción de los promedios. Grondona dijo una vez que, si se eliminaban los promedios, el fútbol argentino se llenaba de partidos arreglados. Ja, como si no los hubiera.
Respecto a los torneos internacionales, de la Sudamericana nunca deberían tomar parte los mismos equipos que disputaron la Libertadores en la misma temporada. Si no, ¿qué sentido tiene? Una competencia no puede ser reputada como la "segunda en importancia" sólo por el nombre y la tradición. Si los equipos son prácticamente los mismos, si su jerarquía es casi la misma, entonces no tiene sentido hablar, repito, haciendo a un lado la historia y la tradición de una y otra, de competencias más importantes que otras. La Champions League no es más importante que la Europa League sólo porque sea más antigua o porque sí, sino precisamente porque en ella participan los mejores equipos de cada país en el momento, y en la otra, los de segundo y tercer orden. Esto le otorga la oportunidad a un conjunto determinado de equipos de seguir teniendo algún objetivo por el cual competir cuando ya están fuera de la pelea en sus ligas, y además, la posibilidad de disputar partidos internacionales.
En todos lados la lógica está regida por las ganancias, por supuesto, pero en Sudamérica lo hace de tal manera que no contempla nunca criterios deportivos coherentes. Si arroja dos mangos más, se hace, sin importar si se lo hace en detrimento de la competencia. Hasta hace unos años River y Boca ingresaban automáticamente como invitados a la Sudamericana. Un mamarracho. Jamás hubo fundamento serio para esa disposición más que hacer un poco más de plata a través de la televisación y darle marketing al certamen, que no hacía más que quitarle prestigio a la competencia, puesto que no tiene el mismo nivel un torneo en el que todos sus participantes debieron primero clasificarse deportivamente, que uno en el que los clubes intervinientes ingresan por invitación.
Quedó visto, también, que las copas internacionales de larga duración deben desarrollarse a lo largo de nueve o diez meses, y no semestralmente. Se aprieta demasiado el calendario, y en años mundialistas, como el actual, pasa lo que ocurrió con la última edición de la Copa Libertadores, jugándose las semifinales después del Mundial, abriendo la posibilidad de que los partícipes se desarmaran o perdieran jugadores importantes (caso Piatti). Ya había pasado en 2013 (por la Copa Confederaciones), y desde la CONMEBOL no tomaron nota. En realidad, ni les interesa. Lo importante es tener dos copas "de nivel", con finales y campeones, para vender durante el año.