En diciembre de 2019, en la despedida del año del programa de Adolfo Res, conocí al Tucumano. Estaba también el Sapo Villar, pero Albrecht se robó la noche. No paró de hablar, durante horas se la pasó contando anécdotas. Contó cómo lo anulaba a Pelé (a quien tenía de hijo) y enalteció la imagen de sus amigos que ya no están, la Oveja Telch y el Loco Doval, siempre humilde, quitándose mérito y dándoselo a sus compañeros.
Al finalizar el encuentro, no quedó nadie, pero el Tucumano no se quería ir. Tuve el honor de acompañarlo a su casa, lo llevaba del brazo porque tenía dificultades para caminar. Pero no quiso entrar hasta no terminar de decirme cuál era el 11 ideal de todos los tiempos para él. Un crack del fútbol y de la vida.