La vida me llevó a compartir la época en la que Friends fue furor absoluto viviendo justamente en New York. No existían las redes sociales, ni siquiera los smartphones, menos que menos las plataformas de video. Era esperar que aparezca cada nuevo capítulo y ver como la ciudad se movía al ritmo de la serie, desde los modismos, la ropa, los cortes de cabello, las frases, nunca había vivido algo así.
Crecí a cada paso de la serie acompañando a sus protagonistas como si fuesen mis amigos, pero claro, a todos les pasaba lo mismo, no era el único. Y nunca conecté con ninguna serie como con esta, tal vez por encontrarme solo en la ciudad y conociendo allí mis primeras amistades y a quien luego terminó siendo mi mujer y la madre de mis hijos. Fueron una compañía que al día de hoy la recuerdo todo el tiempo.
¡La gente hasta copiaba la forma de hablar de Chandler! Increíble. Para que tengan idea se multiplicaron las cafeterías en la ciudad, aparecieron sillones como en la serie cambiando la fisonomía del negocio, las chicas se copiaban de los cortes de cabello de Rachel, una locura.
Me parece imposible de creer que uno de mis personajes favoritos ya no tiene más a su intérprete y más me duele que su intérprete haya sufrido lo que sufrió por tanto tiempo. Nunca mejor dicho que el dinero no puede comprar la felicidad.
Si tuviese que pagarle a Matthew por cada sonrisa que me sacó quedaría en la ruina pero aún así estaría feliz. Me hizo doblar a carcajadas.
Siento que fue un amigo que me acompañó en una aventura en una ciudad desconocida para mi, en la que me largué solo y que sin su compañía no podría haberla atravesado jamás. Friends es parte de mi vida y Matthew al que jamás conocí ni vi en absoluto, es un amigo más que me hizo feliz y hoy me abandona.
Tengo una tristeza tremenda, un vacío que será difícil de llenar.
Larga vida a Chandler, larga vida a Matthew Perry.