Dejen de seguir a hdps que publican guasadas para llevar agua a su molino, en este caso para hacer creer que la mano dura es la salida para una situación de crisis.
En esta época de fake news que vienen de mano de hdps de la derecha redoblen el estudio y espíritu critico.
Refutación de un popular ‘artículo’ sobre la historia de SingapurEn internet circula un esperpéntico artículo que arguye que gracias a la implementación de la pena de muerte en Singapur en 2004, dicho país pasó en cuestión de meses de ser un antro de perdición a no solo una ciudad libre de crimen, sino a tener parques limpios, universidades de nivel mundial y ciudadanos trilingües. En este post especial, el historiador singapurense
Lin Hongxuan (Universidad Nacional de Singapur, Universidad de Washington) le enmienda la plana.
Actualización: quienes quisieren citar una versión publicada en una revista académica con revisión por pares, pueden leer la versión expandida en la
Revista Asia/América Latina de la Universidad de Buenos Aires.
Recientemente, mi amigo y colega Jorge Bayona me mostró el artículo titulado Cómo Singapur resolvió el problema de la delincuencia. Soy un singapurense de nacimiento que ha estudiado en escuelas singapurenses, ha hecho servicio militar en las fuerzas armadas singapurense y ha trabajado en el sector público singapurense, y dicho artículo me pareció completamente absurdo.
Por lo general, el que cualquier artículo empiece con “Según datos…” pero que carezca del pie de página correspondiente es generalmente una señal de alarma clara y fuerte. Suele denotar que el autor no cuenta con una fuente confiable sobre la cual basar lo que está por decir. La afirmación de que Singapur antes de 1960 tenía una de las más altas tasas de criminalidad del mundo –¡debido a su proximidad a Malasia y China!– apesta a orientalismo. No solo es patentemente falso para el caso de Singapur, esta aseveración se basa en presunciones respecto de la rampante criminalidad de China y Malasia, que supuestamente se esparció por toda la región del Sudeste Asiático. Esta es una aseveración sin base; a fines de la década de 1950 China estaba en medio de la hambruna provocada por el Gran salto hacia adelante y no estaba en condiciones de ‘exportar’ criminalidad a Singapur (o a cualquier otra parte). El autor pasa a hacer otras aseveraciones respecto de la sociedad singapurense, según las cuales abundaba la “impunidad y los malos manejos del gobierno”, las mujeres estaban sujetas a violaciones y asesinatos durante las noches, y que la ciudad era una de las más sucias de Asia y sufría de constantes congestiones de tráfico. Todas estas aseveraciones carecen de sustento en la realidad, y constituyen el fantástico y distópico telón de fondo frente al cual el autor desea presentar su predilección por las (igualmente fantásticas) medidas legales draconianas que supuestamente ‘salvaron’ a Singapur.
Los errores factuales en este artículo son tan numerosos que no podría explicarlos todos, de manera que tendré que limitarme a resaltar los más descarados. Las políticas que según el autor fueron implementadas por Lee Hsien Loong después de 2004, tales como una política de tolerancia cero respecto de las drogas y la corrupción, en realidad habían sido implementadas desde hacía mucho antes. Su padre, Lee Kuan Yew, en coordinación con otros ministros del People’s Action Party (PAP) -sobre todo Goh Ken Swee y S. Rajaratnam- ya habían puesto esas bases durante las décadas de 1960 y 1970. En consecuencia, no hubo una asombrosa reducción en comportamiento criminal tras 2004, ya que la situación jamás fue distópica, ni se ha vuelto utópica desde entonces. Singapur disfruta desde hace ya muchas décadas de una tasa de criminalidad relativamente baja (y de tráfico ordenado) para una ciudad-estado de aproximadamente 5 millones de personas.[1] De manera similar, la aseveración del autor de que había 500,000 prisioneros hace 12 años carece de todo fundamento –en 2000, la población carcelaria de Singapur apenas llegaba a 13,791.[2] La aseveración del autor de que la población carcelaria fue reducida a tan solo 50 en seis meses es igual de absurda –el número de prisioneros jamás ha estado por debajo de 10,000 desde 2000, como podría esperarse de una ciudad de ese tamaño.[3] Es verdad que Singapur ha implementado una política de tolerancia cero respecto de la corrupción, deshonrando públicamente a los políticos y funcionarios corruptos, y mandándolos a la cárcel –lo cual ha resultado en una esfera pública notablemente libre de corrupción.[4] Sin embargo, jamás se ha aplicado la pena de muerte por corrupción (solo se aplica para la posesión de narcóticos), que es otra de las falsedades que el autor está intentando diseminar. Y hay muchas más. El autor presenta otras mentiras descaradas, medias-verdades y distorsiones a lo largo de todo su artículo con el fin de crear una falsa dicotomía entre una distopia pre-2004 y una utopía post-2004.
Singapur es realmente una ciudad-estado exitosa, con altos estándares educativos y crecimiento económico sostenido. Es verdad que implementa duras leyes anti-drogas y que no tolera corrupción por parte de sus funcionarios públicos o políticos. Sin embargo, el autor hace una falsa asociación entre leyes draconianas y una economía exitosa. El éxito de Singapur se debe tanto a su excelente liderazgo, sagaz planeamiento económico y la diligencia de sus ciudadanos como a los accidentes de la historia y geografía. Queda claro que su éxito no se debe a los abusos de las libertades civiles y la implementación implacable de la pena de muerte. Singapur también tiene problemas, particularmente respecto de la falta de libertad de prensa, la legislación que criminaliza la homosexualidad, la falta de límites a la detención, así como la pena de muerte obligatoria para crímenes de drogas. Todas estas son razones por las cuales Singapur podría, y debería, ser criticada. Sin embargo, atribuir el éxito de su economía o la mejora de sus instituciones académicas a la dureza de sus leyes es un intento descaradamente fraudulento del autor por utilizar a Singapur como justificación de su agenda política.
A mi parecer, este artículo nos dice mucho más sobre las aspiraciones y fantasías del autor que sobre Singapur, o de la relevancia para otras sociedades de su experiencia de construcción de nación. En lugar de darnos un cuadro objetivo de Singapur, el autor ha proyectado sus propios deseos -su propia imagen de una utopía lejana y desconocida- sobre Singapur, con el fin de justificar sus prescripciones preconcebidas para su propia sociedad. Este artículo es patentemente deshonesto a la hora de presentar hechos, y no puede ser citado de manera razonable como guía para cómo cualquier sociedad debería implementar la gobernabilidad.
Lin Hongxuan es Magíster en Historia por la Universidad de Washington (Seattle) y Bachiller en Historia por la Universidad Nacional de Singapur. Actualmente está cursando estudios de Doctorado en la Universidad de Washington, donde se está especializando en el Islam y comunismo en el Sudeste Asiático, Islam y género, y colonialismo comparado.
[1]
http://www.police.gov.sg/stats/crimebrief2015.html[2]
http://www.prisonstudies.org/country/singapore[3] Ibid.
[4]
https://www.transparency.org/country/#SGPhttp://blog.pucp.edu.pe/blog/tornaviaje/2016/03/28/refutacion-de-un-popular-articulo-sobre-la-historia-de-singapur/