Envidia de comprar y comprar torneos uno atrás del otro, de que los árbitros te faciliten todo, de que te acomoden el fixture, de la mafia, de recibir plata del Anses, plata que se la sacaron a los viejos. De abandonar contra tu clásico rival tirando gas pimienta para suspender el partido, de colgar trapos negros y de tener la pija Cuerva desde nacimiento adentro. Que se puede esperar de Arévalo, es el Alves de ellos.