Interés General > Arte y Cultura "Osvaldo Soriano"

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tommy_casla:
Con la caída del foro también se fue este post, lo reposteo a ver si aparecen cuervos escritores.

lionado.ciclon:
El hincha
Había hecho cola durante cuatro horas para conseguir una entrada. Hacía un frío aterrador. El próximo en la fila era él, pero le cerraron la persiana de la boletería en la cara, dejándolo sin el ticket. Enfureció como nunca. Es cierto, alguna vez habría insultado al árbitro, se habría indignado con alguna jugada, con alguna pelota perdida. Pero esto era diferente. No era un partido más, porque se definía el campeonato y, ni más ni menos que ante el clásico rival. Porque pasó muchos años de sufrimiento, de descensos, de frustraciones, de catástrofes, de cargadas de amigos. Recordaba muy poco del último torneo conseguido por el club, a sus 5 años. Creció esperando que se repitiera la historia. Vio partidos aburridos, friccionados. Se bancó tantas cosas a la espera de este día de revancha, y no lo podría disfrutar. Un empate bastaría para ser campeones y dar la vuelta olímpica en la cancha de sus eternos rivales.
El día del choque, Roque se acercó a las inmediaciones del estadio, esperando milagro para poder ingresar. Intentó colarse por todos los sectores, pero no hubo caso. Dejaban entrar a los barras bravas  y no a un pobre fanático lleno de esperanzas.
De repente, un tipo canoso, barba blanca y raya al costado, lo vio con cierta desesperación y le acercó una propuesta irrechazable: por $230 le vendía una platea, pero en la tribuna del oponente. Era el doble de costosa que las oficiales, pero también su última chance de ver el partido.
Pagó y enfiló hacia la entrada pero, al intentar superar el molinete, se encendió una luz roja. El ticket era trucho. Sin embargo, el policía miró para otro lado a cambio de 50 pesos extras.
Por fin pudo ver el verde césped. El partido estaba empezado. Se sentó en un incómodo pasillo. Su hinchada cantaba como nunca, pero él no podía ni tararear porque estaba rodeado de hinchas del otro equipo. Continúo con sus habituales cábalas. Nunca entendió por qué lo hacía, pero se tenía fe en que le daría resultado.
Recién empezado el segundo tiempo y luego de una jugada aislada, cayó un centro al área y, tras una serie de rebotes, un antagonista la empujó a la red y abrió el resultado. Ahí se levantó el público local y él, estupefacto, dolido, ni simuló festejar. En ese momento varios simpatizantes notaron algo extraño en ese anciano. Le dijeron groserías, pero él ni se inmutó.
Su equipo no tenía ideas claras ni llegadas al arco. De hecho, el contrario podría haber sellado el marcador con un tiro que estalló en el palo. Él se comía las uñas y lo invadía la angustia.
Sin embargo, en el último minuto, el delantero de su equipo ensayó un  fortísimo zurdazo desde 30 metros. La pelota se deslizaba lentamente. Los segundos se hacían infinitos. Su corazón latía con fuerza.
El estadio enmudeció.  El arquero contrario la amortiguaba  las piernas. Roque, desilusionado, ya se estaba parando para irse con la bronca a cuestas, cuando notó que la pelota se le escurría entre las piernas al arquero.
No podía gritar el gol que tanto había esperado porque lo mataban. Para parecer “normal”, golpeó con fuerza el escalón y exclamó “Nooooooooo”, largando algunas de las O de “gol” que tenía dentro.   
Roque quería creer que estaba despierto y vivo. Que esto no era un sueño. Que esos 75 años perdidos en vano, esperando repetir la gloria, hoy daban efecto;  Que la envidia que siempre le tuvo a los equipos ganadores hoy se diluía; Que el mundo corría a sus pies; Que la solitaria persona que era hoy se llenaba de amigos; Durmió entre laureles.
Se despertó en un ambiente silencioso de hospital. No recordaba nada. Por eso, un enfermero le refrescó su propia historia. Notó que tenía algo atragantado. Un nudo molesto. Escuchó a lo lejos una conversación, en la que un hombre cargaba a otro en un tono amistoso. La víctima respondió:
-Decí lo que quieras, pero salimos campeones dos veces. La última fue hace tres años y contra ustedes. Te empatamos en el último minuto, amargo. Se lo comió tu arquero, que después no atajó nunca más.
Roque entendió la discusión. Revivió el gol tres años después y lo gritó con sus últimas fuerzas. Con ganas, bronca, entusiasmo. Ya se había liberado. Había sufrido un infarto al momento del gol, y permaneció tres años dormido.
 Su vida, a pesar de todo lo malo, estaba ganada. Como ese partido, con sufrimiento, pero ganada al fin.

 :casla:

lionado.ciclon:
¿A nadie le gustó?  :sorprendido:

Belu.Biol:

--- Cita de: tommy_casla en diciembre 22, 2013, 13:38:27 ---Con la caída del foro también se fue este post, lo reposteo a ver si aparecen cuervos escritores.

--- Fin de la cita ---

Sí, yo escribo, me gusta mucho escribir.

Escribí tres novelas, pero todavía no las publiqué.

Flordeturra:
yo. y leo muchoo tmb. cuando termine de estudiar psicologia, me pondre a estudiar la carrera de letras.

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