El periodismo argentino, con discurso dominante afín a César Luis Menotti desde siempre, es así. Agranda, vende y eleva a niveles ridículos a tipos que supuestamente reivindican ese discurso aunque no tengan ningún pergamino. Y ni hablar si estos técnicos obtienen un par de resultados de positivos, ahí ya son como jefes de prensa. Pero cuando esos entrenadores caen en desgracia, son lo más cruel que hay. Porque se dan cuenta que el tipo los dejó muy mal parados, que quedaron como muy pelotudos por todo lo que dijeron. Entonces buscan despegarse a toda costa matándolo y tratando de demostrar que, en este caso Guede, los "traicionó" o que él en realidad no es un digno representante de la ideología futbolística que ellos defienden, finalmente. Y sin siquiera admitir que se equivocaron. Es decir, la lógica sería que se incendie el boludo de turno y no la biblioteca. Se lo hicieron a todos, desde Martino en la Copa América pasada hasta a Cappa en su último tiempo en Huracán, en River y Gimnasia La Plata.
Ahora bien, Guede no tiene ningún derecho de quejarse del periodismo, ¿saben por qué? Porque si no hubiera sido por el periodismo, por el agrande que le dio durante un par de años, el tipo jamás hubiera llegado a dirigir un grande como San Lorenzo. Ellos fueron los que instalaron un curriculum exitoso del tipo de manera ficticia, los tipos hicieron mucho por él y éste los está dejando mal parados. Que se la banque, que se la coma doblada ahora. La mafia no es buena y mala según su conveniencia.