Juro que a los 9, 10 años era crack. La agarraba en la mitad de la cancha y me metía con pelota y todo. Hoy soy tan malo que deje el fútbol con amigos de lo amargado que me ponía al jugar tan mal. Con esto quiero decir que los pibes de esa edad son una incógnita. Lo único que hacen es alimentar el negocio de los representantes y dejarles un quilombo en el bocho al nene que casi ninguno llega.