Por fortuna imperó por una vez la cordura y la ultraderecha filonazi europea sufre un importante revés, además en un estado simbólico por su triste pasado, y sobre todo por su presente, donde parecía que la sociedad se iba a partir en dos después de las elecciones celebradas a primeros de año donde se produjo un empate técnico. Ahora la victoria de los progresistas es mucho más clara.
Con respecto a Italia, un ejemplo más de irresponsabilidad política. Las posibilidades de que una reforma constitucional, promovida por un político que ni siquiera se había sometido aún como candidato al juicio de las urnas, prosperara eran nulas. Es una metedura de pata que abre las puertas de par en par a que en las siguientes elecciones italianas se produzcan sorpresas. Renzi defendía el "sí", pero tenía compañeros de bancada que estaban en la línea opuesta. No se puede pretender cambiar una Constitución sin un mínimo consenso, es una temeridad.