"Últimos testigos. Los niños de la Segunda Guerra Mundial", de Svetlana Alexiévich. Editorial DEBOLSILLO.
Siguiendo el mismo esquema de sus obras más celebres, la Premio Nóbel bielorrusa recoge en forma de monólogos recogidos entre 1978 y 2004 relatos de adultos sobrevivientes de la Segunda Guerra Mundial en Bielorrusia, Ucrania y Rusia.
La separación de los padres y madres durante el conflicto, el hambre, el frío, el miedo y la desesperanza son factores comunes de la mayoría de estas historias contadas por sus propios protagonistas, muchos de ellos testigos de atroces crímenes cometidos delante de sus propios ojos y a veces contra familiares cercanos. La denominada Gran Guerra Patria por parte de la antigua Unión Soviética, que comienza con la invasión nazi de territorio hoy bielorruso, provocó la muerte de millones de niños y niñas soviéticos de todas las nacionalidades, etnias y credos. Muchos de esos niños fueron enviados a campos de concentración para servir como esclavos o como dadores de sangre forzados para soldados alemanes heridos. La mayoría de ellos no sobrevivieron o no pudieron reencontrarse con sus familias después de la guerra. A día de hoy es imposible saber las cifras exactas de víctimas menores de edad durante la ocupación nazi de la Unión Soviética.
La lectura de este libro, centrada en el relato humano y no en la política o en la historia, sin duda alguna no deja indiferente. Está además escrita por una persona que en su trabajo periodístico fue muy crítica con el totalitario estado soviético. Lejos de justificar lo que hizo el Ejército Rojo en su contraataque en territorio alemán, sí explica cómo el odio puede destruir todo lo que se proponga, incluyendo la inocencia y la vida de un niño.