Hicieron lo que había que hacer, darle un cierre decoroso. Y lo agradezco, hace tiempo que no sé por qué seguía viéndola pero terminó valiendo la pena.
Lo peor:
- Repitieron algunos recursos de temporadas anteriores, por ejemplo
;
- Empiezan la temporada con demasiada exposición, con miraditas a la cámara, un discurso muy armado para defender a la serie de las críticas por izquierda que se le hicieron, pero ni rompieron la cuarta pared ni lo hicieron con sutileza, esas mitades de camino es difícil que funcionen;
- La trama de Bardo podría haber estado o más desarrollada o más mágica, una de dos, pero otra vez se quedaron en un punto medio que para mí hace agua;
- Pusieron mucho peso en que un chico muy chico encarne un rol complejísimo (el hijo de Pastor), es un papel desafiante para un actor adulto, imaginen para un niño;
- Nunca supieron bien qué hacer con César después de revivirlo. Me explican que crece pero me muestran que sigue siendo el mismo;
- El uso de Antín, a quien mantuvieron en la trama solamente por el carisma de Gerardo Romano pero era muy claro que no tenía mucho que hacer. Podrían haberlo mantenido pero mucho más dosificado;
- La trama judicial (y con esto me refiero a casi todo lo que atañe a Luna y la jueza) estuvo apuradísima y llena de conveniencias.
Lo mejor:
- Todas las escenas con Ana Garibaldi (Gladys), en especial la última llamada telefónica con Diosito;
- Le dieron un conflicto a Pastor para mantenerlo relevante casi en todo momento;
- Todo lo que atañe a los Borges me pareció muy bien manejado, con la transformación de todos (Diosito, Marito, Gladys, Colombia) y momentazos que le hacen honor a lo que venían construyendo en las últimas temporadas;
- El baile final, aunque la música (como alguien dijo, se extrañó el tema original) y la coreografía no me terminaron de cerrar, sirvió para cerrar la serie con la nota de patetismo que refuerza el sentido trágico de este relato. Y es todo un testimonio de que no se pretendía hacer ni una crítica antropológica ni un manifiesto social, sino contar una historia de personajes fantásticos encerrados entre el mito y la humanidad. Como producto de consumo cultural vale la pena discutirlo desde esas otras perspectivas, pero no hay que perder de vista lo que es. Y eso para mí compensa con creces la exposición del primer capítulo;
- Se agradece el cuidado técnico, los planos que ayudan a entender que estamos más ante un mito, una puesta en escena, que una narración fidedigna;
- No me gusta Ariel Staltari, pero con lo que le dieron (básicamente su personaje era un plot device que estaba para explicar cosas y movilizar la trama) siento que hizo magia. Caen muchas fichas en sus últimas escenas, y sus escenas con la jueza (María Leal), si bien me hicieron un poco de ruido en algún momento, las terminé comprando.