Otro mea culpa que se debiera hacer es sobre la capacidad de involucionar que tiene el club, muchas veces apañado por el hincha que en algunos casos le faltó el respeto a Ortigoza y se paró del lado de un presidente que resolvió como resolvió, porque se la tenía jurada desde 2014.
Como no pudo admitir públicamente que la cosa era personal, San Lorenzo consideró caro e irrecuperable a Ortigoza. Su último año acá fue malo, pero en el tiempo quedó bien claro que no era ni de cerca el mayor responsable de la debacle y fue el único que pagó, por un capricho más de Lammens que por la postura del jugador que no aceptaba el vínculo por un año en los términos que proponía ML.
Para peor, en su lugar (en plena Copa Libertadores) llegó Alexis Castro, que terminó siendo mucho más costoso en todo sentido. Pero la cosa no termina ahí, porque para "subsanar" el negociado con el ex Tigre trajeron a Ariel Rojas, que tiene un contrato de crack aunque juega peor que Hirsig. Un desastre tras otro que ojalá se solucione con Insaurralde, porque si le vuelven a pifiar habrán invertido una fortuna por jugadores que no dieron ni el 10% de lo que dejó el Gordo.