Chicago venció a Defensores de Belgrano, con gol de Montenegro, logró su octavo triunfo consecutivo y es el único puntero hasta que juegue Atlanta. Con esta victoria, el Torito quedó a una de igualar su récord en el profesionalismo, que se mantiene vigente desde 1939.
Corazones paralizados. Entre tanta euforia, se produjo una pausa que pareció eterna. Se jugaba el minuto 43, cuando Nahuel Fioretto, volante de Defensores, reventó el poste derecho. Fue el desenlace de una sucesión de errores de Chicago. Primero, Daniel Monllor se la dio a Farías, que estaba de espaldas al campo, demoró el pase y perdió el balón. Entonces, Grecco quedó mano a mano con el arquero del Torito, quien remendó su error y tapó el remate. Sin embargo, Mataderos recién volvió a latir una vez que la pelota despegó del palo, tras el tiro en llamas de Fioretto.
Esa secuencia formó parte del último tramo, cuando Chicago perdió la posesión por dos factores: las salidas de Gomito y Fáttori, más la presión del Dragón. Así, el local se prendió en un ida y vuelta, al ritmo del fervor popular. En esos minutos calientes se impuso Montenegro porque aguantó la pelota y provocó faltas. O sea, ganó tiempo y oxígeno.
Este viejo Lobo del área, a los 35 años, mostró su sabiduría. Tras un córner de Barbona, anticipó a Fassi en el primer palo y casi desde el suelo soltó el único remate que superó a Anconetani. Es que el Tano tuvo atajadas estupendas frente a Montenegro y Scifo. Y en ese rubro, Monllor no se quedó atrás al atorarle dos mano a mano a Grecco y achicar, en tiempo y forma, los espacios frente a Aguirre.
La diferencia nació en el aprovechamiento de los momentos favorables. Chicago acertó y Defe falló. El Toro conoció la octava maravilla, que lo catapultó a la punta en solitario. Una realidad basada en un toqueteo infernal y distintivo. Aunque, fiel a su historia, transitó un final infartante como para no perder la costumbre.