Autor Tema: Alguno escribe?  (Leído 13877 veces)

Desconectado tommy_casla

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LA VUELTA A BOEDO ES UNA REALIDAD

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El hincha
Había hecho cola durante cuatro horas para conseguir una entrada. Hacía un frío aterrador. El próximo en la fila era él, pero le cerraron la persiana de la boletería en la cara, dejándolo sin el ticket. Enfureció como nunca. Es cierto, alguna vez habría insultado al árbitro, se habría indignado con alguna jugada, con alguna pelota perdida. Pero esto era diferente. No era un partido más, porque se definía el campeonato y, ni más ni menos que ante el clásico rival. Porque pasó muchos años de sufrimiento, de descensos, de frustraciones, de catástrofes, de cargadas de amigos. Recordaba muy poco del último torneo conseguido por el club, a sus 5 años. Creció esperando que se repitiera la historia. Vio partidos aburridos, friccionados. Se bancó tantas cosas a la espera de este día de revancha, y no lo podría disfrutar. Un empate bastaría para ser campeones y dar la vuelta olímpica en la cancha de sus eternos rivales.
El día del choque, Roque se acercó a las inmediaciones del estadio, esperando milagro para poder ingresar. Intentó colarse por todos los sectores, pero no hubo caso. Dejaban entrar a los barras bravas  y no a un pobre fanático lleno de esperanzas.
De repente, un tipo canoso, barba blanca y raya al costado, lo vio con cierta desesperación y le acercó una propuesta irrechazable: por $230 le vendía una platea, pero en la tribuna del oponente. Era el doble de costosa que las oficiales, pero también su última chance de ver el partido.
Pagó y enfiló hacia la entrada pero, al intentar superar el molinete, se encendió una luz roja. El ticket era trucho. Sin embargo, el policía miró para otro lado a cambio de 50 pesos extras.
Por fin pudo ver el verde césped. El partido estaba empezado. Se sentó en un incómodo pasillo. Su hinchada cantaba como nunca, pero él no podía ni tararear porque estaba rodeado de hinchas del otro equipo. Continúo con sus habituales cábalas. Nunca entendió por qué lo hacía, pero se tenía fe en que le daría resultado.
Recién empezado el segundo tiempo y luego de una jugada aislada, cayó un centro al área y, tras una serie de rebotes, un antagonista la empujó a la red y abrió el resultado. Ahí se levantó el público local y él, estupefacto, dolido, ni simuló festejar. En ese momento varios simpatizantes notaron algo extraño en ese anciano. Le dijeron groserías, pero él ni se inmutó.
Su equipo no tenía ideas claras ni llegadas al arco. De hecho, el contrario podría haber sellado el marcador con un tiro que estalló en el palo. Él se comía las uñas y lo invadía la angustia.
Sin embargo, en el último minuto, el delantero de su equipo ensayó un  fortísimo zurdazo desde 30 metros. La pelota se deslizaba lentamente. Los segundos se hacían infinitos. Su corazón latía con fuerza.
El estadio enmudeció.  El arquero contrario la amortiguaba  las piernas. Roque, desilusionado, ya se estaba parando para irse con la bronca a cuestas, cuando notó que la pelota se le escurría entre las piernas al arquero.
No podía gritar el gol que tanto había esperado porque lo mataban. Para parecer “normal”, golpeó con fuerza el escalón y exclamó “Nooooooooo”, largando algunas de las O de “gol” que tenía dentro.   
Roque quería creer que estaba despierto y vivo. Que esto no era un sueño. Que esos 75 años perdidos en vano, esperando repetir la gloria, hoy daban efecto;  Que la envidia que siempre le tuvo a los equipos ganadores hoy se diluía; Que el mundo corría a sus pies; Que la solitaria persona que era hoy se llenaba de amigos; Durmió entre laureles.
Se despertó en un ambiente silencioso de hospital. No recordaba nada. Por eso, un enfermero le refrescó su propia historia. Notó que tenía algo atragantado. Un nudo molesto. Escuchó a lo lejos una conversación, en la que un hombre cargaba a otro en un tono amistoso. La víctima respondió:
-Decí lo que quieras, pero salimos campeones dos veces. La última fue hace tres años y contra ustedes. Te empatamos en el último minuto, amargo. Se lo comió tu arquero, que después no atajó nunca más.
Roque entendió la discusión. Revivió el gol tres años después y lo gritó con sus últimas fuerzas. Con ganas, bronca, entusiasmo. Ya se había liberado. Había sufrido un infarto al momento del gol, y permaneció tres años dormido.
 Su vida, a pesar de todo lo malo, estaba ganada. Como ese partido, con sufrimiento, pero ganada al fin.

 :casla:

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¿A nadie le gustó?  :sorprendido:

Belu.Biol

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Sí, yo escribo, me gusta mucho escribir.

Escribí tres novelas, pero todavía no las publiqué.

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yo. y leo muchoo tmb. cuando termine de estudiar psicologia, me pondre a estudiar la carrera de letras.
EX FLORPSICO

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El hincha
Había hecho cola durante cuatro horas para conseguir una entrada. Hacía un frío aterrador. El próximo en la fila era él, pero le cerraron la persiana de la boletería en la cara, dejándolo sin el ticket. Enfureció como nunca. Es cierto, alguna vez habría insultado al árbitro, se habría indignado con alguna jugada, con alguna pelota perdida. Pero esto era diferente. No era un partido más, porque se definía el campeonato y, ni más ni menos que ante el clásico rival. Porque pasó muchos años de sufrimiento, de descensos, de frustraciones, de catástrofes, de cargadas de amigos. Recordaba muy poco del último torneo conseguido por el club, a sus 5 años. Creció esperando que se repitiera la historia. Vio partidos aburridos, friccionados. Se bancó tantas cosas a la espera de este día de revancha, y no lo podría disfrutar. Un empate bastaría para ser campeones y dar la vuelta olímpica en la cancha de sus eternos rivales.
El día del choque, Roque se acercó a las inmediaciones del estadio, esperando milagro para poder ingresar. Intentó colarse por todos los sectores, pero no hubo caso. Dejaban entrar a los barras bravas  y no a un pobre fanático lleno de esperanzas.
De repente, un tipo canoso, barba blanca y raya al costado, lo vio con cierta desesperación y le acercó una propuesta irrechazable: por $230 le vendía una platea, pero en la tribuna del oponente. Era el doble de costosa que las oficiales, pero también su última chance de ver el partido.
Pagó y enfiló hacia la entrada pero, al intentar superar el molinete, se encendió una luz roja. El ticket era trucho. Sin embargo, el policía miró para otro lado a cambio de 50 pesos extras.
Por fin pudo ver el verde césped. El partido estaba empezado. Se sentó en un incómodo pasillo. Su hinchada cantaba como nunca, pero él no podía ni tararear porque estaba rodeado de hinchas del otro equipo. Continúo con sus habituales cábalas. Nunca entendió por qué lo hacía, pero se tenía fe en que le daría resultado.
Recién empezado el segundo tiempo y luego de una jugada aislada, cayó un centro al área y, tras una serie de rebotes, un antagonista la empujó a la red y abrió el resultado. Ahí se levantó el público local y él, estupefacto, dolido, ni simuló festejar. En ese momento varios simpatizantes notaron algo extraño en ese anciano. Le dijeron groserías, pero él ni se inmutó.
Su equipo no tenía ideas claras ni llegadas al arco. De hecho, el contrario podría haber sellado el marcador con un tiro que estalló en el palo. Él se comía las uñas y lo invadía la angustia.
Sin embargo, en el último minuto, el delantero de su equipo ensayó un  fortísimo zurdazo desde 30 metros. La pelota se deslizaba lentamente. Los segundos se hacían infinitos. Su corazón latía con fuerza.
El estadio enmudeció.  El arquero contrario la amortiguaba  las piernas. Roque, desilusionado, ya se estaba parando para irse con la bronca a cuestas, cuando notó que la pelota se le escurría entre las piernas al arquero.
No podía gritar el gol que tanto había esperado porque lo mataban. Para parecer “normal”, golpeó con fuerza el escalón y exclamó “Nooooooooo”, largando algunas de las O de “gol” que tenía dentro.   
Roque quería creer que estaba despierto y vivo. Que esto no era un sueño. Que esos 75 años perdidos en vano, esperando repetir la gloria, hoy daban efecto;  Que la envidia que siempre le tuvo a los equipos ganadores hoy se diluía; Que el mundo corría a sus pies; Que la solitaria persona que era hoy se llenaba de amigos; Durmió entre laureles.
Se despertó en un ambiente silencioso de hospital. No recordaba nada. Por eso, un enfermero le refrescó su propia historia. Notó que tenía algo atragantado. Un nudo molesto. Escuchó a lo lejos una conversación, en la que un hombre cargaba a otro en un tono amistoso. La víctima respondió:
-Decí lo que quieras, pero salimos campeones dos veces. La última fue hace tres años y contra ustedes. Te empatamos en el último minuto, amargo. Se lo comió tu arquero, que después no atajó nunca más.
Roque entendió la discusión. Revivió el gol tres años después y lo gritó con sus últimas fuerzas. Con ganas, bronca, entusiasmo. Ya se había liberado. Había sufrido un infarto al momento del gol, y permaneció tres años dormido.
 Su vida, a pesar de todo lo malo, estaba ganada. Como ese partido, con sufrimiento, pero ganada al fin.

 :casla:


Escribis MUY BIEN =)
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Desconectado Garra Azulgrana

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Sería interesante que aquellos que quieran escribir dejaran algo referido a nuestra institución nuestras pasiones o sensaciones, algo mas para mejorar y engrandecer  el foro

Desconectado lionado.ciclon

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Escribis MUY BIEN =)

Gracias  :thumbup: tengo algunos otros pero no son de San Lorenzo.

Desconectado submax4ever

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Yo arranque un blog hace un par de meses como hobbie. Tengo un par de textos del ciclon escritos, dejo uno aca, si quieren leer mas (Lo dudo mucho jaja) , manden un mp y les paso el blog

Relato de un 15 de noviembre
La vieja estaba  triste, Había  pasado toda la tarde en la sombra, Con los ojos llorosos, Pensando en su hijo, ese que cantaba y bailaba.
Ese que festejaba la vida no importara que. Ese que por más que las cosas se pusieran difíciles, las enfrentaba con la frente bien en alto

La pobre vieja recordaba, como se lo habían arrebatado, como le habían sacado una parte de su cuerpo, de su alma y de su ser.
Ella sabia que su hijo estaba ahí, en el horizonte, llorando por ella, pero nada podía hacer. Solo esperar el día que su hijo por fin rompiese las cadenas que lo oprimían y volviera a sus brazos

El chico lejos de ahí, en otro barrio, en otra casa, extrañaba a su mama, la porteñita, esa que bailaba al son, del dos por cuatro de piazzola.
Era un amor incondicional el que sentía, incluso cada tanto si su ánimo estaba cabizbajo, Componía alguna canción con tintes murgueros que le recordara esas tardes de domingo cuando bailaban juntos.

Las horas pasaban, y parecía ser una noche mas para los dos. Hasta que cerca de la media noche recibieron una noticia, Una noticia que esperaron por años,
Luego de una eternidad volverían a verse las caras, el niño prodigio volvía al barrio.
Volvería a cantar las tardes de domingo, y su mama, hermosa como siempre,

Se vestiría de gala, llena de color y felicidad, para admirarlo con orgullo.

Desconectado tommy_casla

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Bueno, yo escribo cosas bastante variadas, pero ya que estamos con la onda de dejar textos relacionados al ciclón, les dejo algo del 8 de marzo.


¿En serio creíste que te íbamos a dejar así como si nada? Tantos años, tanta historia, magia, gloria… ¿pensaste que íbamos a olvidar todo eso simplemente porque es lo que ellos querían que hagamos?

Antes que nada, tengo que pedirte perdón, primeramente, por esos que eran nuestros pero parecían enemigos y decían que vos ya no existías, y que había que seguir adelante. Esos nuestros que decían que esto era una utopía, una fantasía, algo irreal. Hoy no sé donde estarán, pero sí se dónde estás vos -o por lo menos una parte tuya-: en el mismo lugar de siempre. Esa vieja avenida a la cual le estamos devolviendo el color que ellos le quitaron.

Y ratificando en parte lo que algunos, pocos y no tan pocos, decían. “Que somos unos locos, que todo esto es una locura” y que repetían como loros que pongamos los pies en la tierra. Es que, ¿por qué debíamos estar en la tierra si vos ya no estabas ahí? Si vos sos tan enorme y glorioso que no entrabas en ese terreno y tuviste que irte arriba con otros gigantes. Entonces, no nos quedaba más remedio que ir allá arriba, donde la locura es moneda corriente y los cuerdos son mirados mal, para buscarte, abrazarte y, llegado el caso, traerte de vuelta. Pero no para demostrarle nada a nadie, ya que no lo merecen. Sino para poner las cosas en su lugar y que tanto ellos como los nuestros vean que la fantasía y la realidad están a un sólo paso de distancia.

Y es que ese día cuando 40 mil almas te abrazaban, sentía tus lágrimas sobre mis hombros. Sí, no hace falta que me digas nada, imagino que nunca te habías dado cuenta de lo importante que sos para nosotros. Entonces, ¿qué me queda para decir hoy? Hoy que somos 100 mil y que vemos el cartel de llegada frente a nuestros ojos, hoy que vemos en carne propia que los sueños, a base de esfuerzo y sacrificio, pueden volverse realidad.

Y en el futuro, mirar atrás y ver toda la historia de esta lucha. Como el compromiso, la voluntad y la fidelidad se unieron en un acto único para hacer justicia y espantar a esos fantasmas que querían verte como ellos: muerto. Para demostrarles, ahora sí, a ellos y a nosotros que estás más vivo que nunca.
« Última Modificación: enero 19, 2014, 16:36:50 por tommy_casla »
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Desconectado lionado.ciclon

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Esto lo hice hace un año. Casualmete, ocurre una historia parecida con Torrico, no sé si lo notaron.

El arquero

El día que ganamos el Mundial en Brasil 2014 todos me abrazaban a mí, me entrevistaban a mí y no a otras grandes figuras. Era el más codiciado por los periodistas de todo el mundo y por los pocos uruguayos que se acercaron a ver el partido. Nadie podía creer mi hazaña.

Todo empezó cuando me llamaron para participar en el Mundial. Era una alegría inmensa, pero lo de participar era un decir. Un tercer arquero de esos que sobran, que ceban buenos mates, que levantan el ánimo al grupo y que les da consejos paternales. Podrían llamarme experimentado, pero por la vida que ya llevaba a cuestas, no por mis habilidades como arquero. Atajaba en un equipo chico de la B de Uruguay. Recibía dos o tres goles por partido, pero los técnicos me elogiaban la actitud y porque además, no tenían plata para comprar otro.

Mi familia era pobre y no podían mantener a 7 hijos. Entonces mi tía hacía malabares para hospedarme a mí y a dos de mis hermanos en su humilde casa. Era capaz de hacernos compañía durante 90 minutos mirando un partido de fútbol con tal de vernos felices.

Ya con 37 años, mi vida futbolística estaba acabada. Pero se dio la convocatoria porque yo era muy amigo del ayudante de campo de la selección y le pidió al técnico un lugarcito para mí, que total no iba a jugar ni un minuto. El tipo accedió, con la condición de que yo debía preparar caipirinha en los ratos de descanso en la playa.

Preparé la valija con más mallas que ropa deportiva, y con una cámara de fotos nueva para posar junto a mis ídolos y ahora nuevos compañeros. No llevaba manuales de cómo atajar, sino guías de Brasil y un itinerario turístico de acuerdo con el calendario de partidos.

Ganábamos los partidos al límite, por diferencias mínimas. Pero nos sirvió para alcanzar la final. Y el rival en esa instancia era ni más ni menos que Brasil, el local al que todos querían ver salir campeón.

El día anterior al partido definitorio hicimos un picadito en una calurosa playa de Río. Clima distendido para afrontar el desafío más importante de nuestras vidas, ya lo viviéramos dentro o fuera de la cancha. A la noche no nos dejaron dormir unos quince molestos que tocaban bombos y tiraban fuegos artificiales para quitarnos horas de sueño.

A la mañana nos enteramos que Tito era alérgico a los mejillones, el plato del día anterior. Pobre Tito, se perdería de presenciar la final por algo que se podía haber dado cuenta mucho antes. Ahí yo pasaba a ocupar su puesto, aunque no era más que un detalle.

Yo le daba consejos al Rulo, el número uno titular, lo arengaba y le decía que pasaría a la historia del fútbol mundial. En el calentamiento previo le pateaba fácil para que tomara confianza.

Empezó el partido nomás y nos pusimos uno a cero a los veinte minutos. Jugamos con la tradicional garra charrúa, metiendo y metiendo.

Ya pasados los treinta minutos del segundo tiempo y al ver que el equipo no podía empatar, las 96.000 almas que colmaron el estadio Maracaná se pusieron impacientes ante la falta de gol que los conduciera a la gloria en su país. Igual, sabíamos que si nos empataban no habría forma de aguantar en el alargue.

Se disputaban los últimos tres minutos y los brasileños se agarraban la cabeza con desesperación cuando en una jugada aislada Rulo choca en el área con un delantero suyo y ante el mínimo roce este se tira despatarrado para engañar al árbitro. Y logró su propósito. Penal y expulsión para Rulo. Todos lo querían matar a ese juez vendido qué quería quedar bien con los locales y terminar la fiesta en paz.

Yo, como todos, estaba desencajado desde el banco cuando el técnico me dice “preparate que entrás”.

Ahí dejé de insultar. Ahí caí en la cuenta de que mi vida cambiaría por completo. Que esa vida con más penas que glorias se prolongaría o terminaría hoy. Al entrar a la cancha caminé bien despacio, tratando de revivir la leyenda de Obdulio Varela, aquel hombre que “produjo” el Maracanazo ante una situación similar a esta. Tras recibir un gol en contra en la final del Mundial de 1950 y ante el júbilo de los brasileños, su compatriota tomó la pelota e hizo tiempo durante unos minutos, tratando de “enfriar” el partido. Y Uruguay, con Obdulio como bandera, dio vuelta el partido y arruinó la fiesta que tenían preparada los locales. Este día la ilusión era la misma que hace 64 años.

El estadio entero me chiflaba y quería olvidar esa epopeya oriental del pasado.

Yo casi me desmayo de los nervios y la presión. Enfrente tenía al exitoso Neymar. A él lo conocía todo el mundo y era millonario. A mí no me conocían ni en mi país y era más bien pobre. Éramos dos mundos distintos, enfrentados por esas cosas del destino a no más de 12 pasos. Él también temblaba. Su fama corría peligro de extinción si lo erraba. Lo disimulaba con una sonrisa falsa, pero temblaba. Yo imaginaba que mi familia estaría mirándome por tele. Tras ese penal podría comprar propiedades en Miami. Podría conocer Europa. Podría ser recibido en Uruguay como un héroe. El Papa pediría una reunión conmigo. Sería transferido por una suma muy importante de dinero a un club reconocido.

Finalmente tomó carrera y diez minutos después de la infracción en el área se dignaba a patear el penal.

En esas milésimas de segundo me vinieron recuerdos lindos de mi infancia y de la etapa de la adolescencia. Me puse un poco nostálgico. Cuando nos juntábamos con los muchachos a jugar al fútbol los domingos a la mañana. Cuando mirábamos partidos con mi tía. Cuando nos corríamos con mis hermanos por los cerros. Cuando realicé mi viaje de egresados, que consistía en un día de campamento. Cuando conseguí mi primer trabajo, que permanecía horas en una librería sin compañía de nadie. Cuando admiraba las atajadas de Buffon en la final del Mundial 2006 y soñaba con llegar tan alto como él.

Yo había decidido tirarme a la izquierda, pero cambié a último momento por el otro palo. El tiro fue recto y punzante hacia el medio del arco. Ya estaba abatido, era el fin. No había forma de sacar ese remate. Por lo menos un país enorme sería feliz. Y el nuestro, chiquitito en el mapa, estaría triste, pero seríamos los menos. Los muchachos estaban cansadísimos y sería imposible reponerse tras un golpe así. La pelota venía dando vueltas. Intenté despejarla con un manotazo desesperado. En una de esas la enganchaba. Durante esos tres segundos el estadio se inmovilizó. Y con la punta del guante alcancé a desviarla. Otros cinco segundos en un silencio atroz. Cuando me repuse del estado de shock en el que estaba, me despertaron los cálidos abrazos de mis compañeros. Éramos campeones gracias a mí. Los brasileños lloraban desconsolados. Y como habrá pensado Obdulio, les ganamos porque eran vulnerables. En el fondo tenían miedo.   

Después vino todo lo que vino.






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Siempre quise escribir, nunca me hice del tiempo.
DAMIANOK FLAMANTE CAMPEON COPA INTERFOROS "ATMA-TRUKEROS"

Belu.Biol

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Es cuestión de inspiración

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 Me están convenciendo. Creo que éste año (sobre el final) voy a publicar dos libros de poemas (así los amigos y algunos lectores no me rompen más las bolas.)  Allá por Octubre. Veremos.

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  • Se tu mismo, todos los demas estan ya ocupados
empece con canciones y "poesias"

despues me le anime al relato corto

pero nada referido a san lorenzo

aunq algunos los puedo modificar
los quiero mucho saben, estoy feliz estar acá con todos uds gracias de corazón con uds aprendí mucho.
By Quequey
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Belu.Biol

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En la habitación espejada solo se encontraba una pequeña mesa cuadrada de madera y una delgada silla. Ambos cuerpos de un color nogal, resultaban minúsculos dentro de la imponente sala. Años atrás, ese  espacio había sido una conocida sala para la práctica de ballet.

Luego de destrabarse la segunda cerradura y comenzar a abrir la puerta con su  característico chillido, ingresaba al departamento con una exagerada pero incomoda calma mientras fijaba su vista en la puerta donde Thomas lo aguardaba. Sin duda estaba ansioso de verlo.

El actual Sr Beckinsale, lucía con una apariencia decrepita en relación a su no muy lejano pasado. Sus ojeras no señalaban indiferencia como así tampoco la palidez de su rostro. Mientras situaba la liviana silla frente al espejo, sentándose posteriormente en ella, oyó desde el exterior los lentos pasos acercándose a la gran sala. Ya se encontraba ahí.

Los irritados ojos de Thomas se empañaron por la angustia y el miedo al haber sido vencido en una batalla que jamás quiso pero sin embargo siempre estuvo dispuesto a luchar.

A través de sus pesados y húmedos ojos, observó a través del gran espejo como la puerta era abierta. Traía consigo una silla idéntica a la que se encontraba. Las manos de Thomas describían movimientos nerviosos que denotaban humillación e impotencia.

Procedió a colocar su oscuro gorro y su pesado saco en una esquina mientras observaba al rendido hombre sentado junto a la pequeña mesa frente a la gran pared espejada.

Una diminuta lágrima caía sobre el rostro de Thomas pero no tuvo intención de permitir que él lo advierta, haciéndola desaparecer con su mano izquierda manteniendo su cabeza gacha.

Mientras acomodaba su silla separada medio metro de la suya, supo que había llegado el momento en levantar la vista y afrontar lo que desde hacía tiempo huía.

Ya se encontraba sentado junto a él.

La tensión que se concentraba en la parte anterior de su cuello le hizo imposible en un principio permitir ascender la cabeza. Sólo pudo observar ver el oscuro calzado de color marrón que su acompañante vestía. Detenidamente y a través del espejo comenzó a observarlo. Ya no era posible simular los gritos mudos, las pocas pero pesadas lágrimas y los pequeños movimientos que sacudían su cuerpo.

Finalmente lo logró. Lo vio a los ojos y un gran escalofrío lo abrazo al borde de sofocarlo.   

Durante su detenida vista a través del espejo, vio cómo el hombre que tenía cubierto la frente de sudor y la cara de lágrimas, lo miraba. Lentamente una pequeña pero triunfante sonrisa se esbozó en su rostro.  Hizo una pequeña mueca y se dispuso a decir las primeras palabras de lo que sería un casi infinito encuentro.

“Hola Thomas…Al fin nos conocemos.”

Me gustó mucho!

Desconectado Franchiii

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Soy bastante tímido mostrándome, pero aprovecho que el tema se desvío de  :casla:
Siempre escribo cosas para mi, para expresarme, cosas que pueden tener sentido o no en la cabeza de otro, la verdad no estoy enterado porque soy algo reservado, por ahí porque aún soy chico. A veces no me siento para nada elocuente y otras veces me encantaría que otro leyera mis escritos. Aunque la mayoría de las veces me digo a mi mismo "por qué carajo estoy haciendo esto" jaja, pero bueno me hace bien!
A veces escribo cuentos como éste:


De repente oscurece, observo estrellas. Al cabo de unos segundos, vuelve a hacerse de día en la retina del ojo, y estoy de pie dispuesto a hacer las acciones que olvidé hace unos momentos cuando anocheció y la oscuridad invadió la sala.
Quizás sea la sensación de fallecimiento próximo, me produce éxtasis y una variedad de sentimientos no experimentados igualmente felices que extraños.
Por un instante logro abandonar el mundo seguro de la vida cotidiana y me adentro en territorio desconocido. Así mismo puedo pensar más allá de mi razonamiento y con una plenitud admirable.
Lástima que es por unos instantes...

Él se siente insatisfecho, quiere volver a quedarse anonadado por sus pensamientos. Así que vuelve a repetir el procedimiento.
Irgue todo su ser inmediatamente del suelo formando una linea recta, no tan exacta debido a los primeros síntomas de la oscuridad en su visibilidad.
Se dispone a indagar en su mente, en sus retorcidos pensamientos y se descubre muy locuaz con si mismo en aquella situación. Inefablemente puede explicar cualquier hecho que se le presente en su consciencia y fundamenta cualquier teoría de algún vestigio de futuro venidero.
Se vence a si mismo, en aquellos médanos de su mente.

Sin embargo,empieza a decaer y a sentirse nauseabundo, tal vez todo esto da lugar a alucinaciones semejantes a los efectos de alguna droga. Siente que sus órganos no funcionan, y el oxígeno lo está abandonando, algo no anda bien. Como último rasgo de su falsa sensación divina e inteligencia suprema, se dispone a presagiar su muerte, pero antes de que se acerque a sus ansiadas conclusiones placenteras, ocurre lo inevitable.
La sangre no logra llegar al cerebro a tiempo, éste da aviso de mal funcionamiento, se oye un cuerpo caer al suelo.

Desconectado tommy_casla

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Les dejo una de las últimas cosas que escribí:

---------

Consumirse

La oscuridad monopolizaba el lugar. Sólo había silencio.

Algo interrumpió.

Ese inconfundible y efímero sonido que aparece al raspar la cabeza roja de un simple fósforo de madera.

La tenue luz delató tu presencia. Tu dedo pulgar e índice sosteniendo esa lumbre. Tus ojos, apenas descubiertos en las tinieblas, molestos ante esa mínima ruptura de la bella oscuridad.

El fuego iba consumiendo la madera hasta quemar tus yemas. Pero vos permanecías inmutable.

Algo superior había ocurrido. Ese placer que –adivinaba- reflejaba tu rostro no era consecuencia del regreso a las penumbras.

Porque no era un regreso (me explicarías más tarde).

Pero esa oscuridad, que no era aquella oscuridad, no era lo único que estaba aconteciendo.

Un aroma en forma de humo. Un fino hilo que se filtraba por la nariz. Y allí realmente te relajabas, como si fuera todo lo que necesitabas, todo eso que habías estado deseando.

Ese mismo sueño se repitió varias veces, varias noches. Hasta que logré interpretarlo. Hasta que finalmente pude descifrar tus intenciones.

Después de semanas enteras viendo tus fotos, recorriendo esos lugares que habían sabido ser nuestros.  Luego de un insomnio cargado de inentendible culpa, de ese ferviente deseo de haber sido yo y no vos.

Todo pareció tan claro en ese instante. Entender que yo permanecía ahí en alguna oscuridad, inhalando ese melancólico humo que dejaste al apagarte.

« Última Modificación: febrero 26, 2014, 14:01:06 por tommy_casla »
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Desconectado pochobuteller

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  • por los colores de este amor
Por fin entro a un foro donde se puede hablar expresarse ,soy nuevo en esto pero lo unico que encontre del otro lado es un infiltrado ,gato ,hay de todo aca
Barrio de murga y carnaval te juro que en los malos momentos siempre te voy a acompañar

Desconectado cuervo_94

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Che muy buenos los textos que subieron acá eh, me gustaron. Me gustaría escribir a mi, nunca me puse, lo que si hago es leer muchísimo.

Desconectado juanchi_SL

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Yo escribo en una agencia de noticias. Nunca nada literario. A lo sumo alguna crónica publicada alguna vez.
TENÉS QUE DEJARLO TODO POR EL CICLÓN !

Desconectado Flordeturra

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yo estoy empezando un curso de narracion, escribo desde muy chica,despues cuando termine el cuento que estoy escribiendo lo subo.
EX FLORPSICO

Desconectado Mago Azulgrana

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  • llegó el más picante del condado.
yo siempre escribí y hacia diferencia en el colegio,he participado en algunos concursos de editoriales y metía podio y también revelación ya que la gente que escribía era de mayor edad (yo tenia en ese momento 15/16 años) ahora debería volver ya q todos los meses me mandan para que me anote para concursar.
no tengo firma.

Desconectado Pablo

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  • Per Aspera Ad Astra
Es lógico, cuando uno tiene los ojos vendados no puede ver más allá de la venda.


Esa era una tarde especial, los rayos del sol golpeaban como latigazos sobre la piel de las personas sin rostro que caminaban por las veredas de la calle, todos los autos sin ningún tipo de marcas surcaban la avenida a la misma velocidad, y el viento mecía las hojas verde manzana de unos árboles mucho más altos de lo normal.
Caminando en sentido hacia la calle más comercial venía ella, con un paso constante y tranquilo, caminaba evitando pisar las franjas de las baldosas, lo hacía porque... bueno, él también lo hacía y era una particularidad suya que le llamaba siempre la atención cuando veía caminar a los demás. En fín, ella caminaba, su rostro parecía aparentar como si estuviese pensando algo, sin embargo no pensaba en nada, él todavía no lo había pensado. Ella era hermosa, de baja estatura, pelo castaño, unas insinuaciones de pecas que solo podían ser apreciadas a corta distancia, ojos marrones, vestía una musculosa blanca y un jean corto azul gastado, era más joven que él porque... bueno, uno siempre lo imagina así.
La chica de pelo castaño seguía caminando con pasos como furiosos pero suaves, ondeando sus manos despreocupadamente hacia adelante y atrás intercalando brazo izquierdo y derecho, cuando de repente, sin que pareciera haber una precedencia, sin un pasado causante de que él se encontrara allí, él apareció, parado, estático frente a la puerta de aquel edificio, mirando para donde ella venía, sin dudas fue una aparición sorpresiva, y sin embargo... a ella pareció no importarle, y de hecho no le importó, pasó junto a él sin percatarse, sin darle más importancia de la que se le da a un poste de luz o a un árbol cuando se está caminando, a pesar de su indiferencia, y aunque no lo supiera, él era demasiado importante para ella, demasiado.
Una vez que lo dejó atrás por unos metros él sonrió para si mismo y empezó a llevar a cabo su plan, dió media vuelta y le gritó:
- Hey, vos.
Ella no se inmutó, siguió caminando exactamente igual a como lo venía haciendo como si no hubiera escuchado nada aunque lo había hecho.
- Hey... disculpá -insistió el joven.
Acto seguido ella detuvo su paso, pareció desorientarse por unas décimas de segundo, y se dió media vuelta, las nubes se detuvieron.
- ¿Me hablás a mí?
- Por supuesto que te hablo a vos, ¿ves a alguien más?
Como por acto reflejo giró su rostro hacia un lado y hacia el otro y era cierto, no había absolutamente nadie más en la calle, es decir, no se podía ver a nadie a lo lejos, mucho menos a lo cerca, no pasaba ningún auto, tampoco perros, ni pájaros, ni insectos, era como si de repente ellos dos fueran las únicas personas que habitaban sobre la tierra, y por extraño que pueda sonar ella seguía sin tomar noción de eso hasta que él se lo destacó.
La chica de pelo castaño inspeccionó por unos breves segundos el rostro del muchacho, no le veía cara conocida, y para aclarar su duda inquirió.
- ¿Te conozco?
- Pregunta difícil de responder, aunque lo más lógico sería decir que no. Sin embargo yo si te conozco muy bien.
Ella se asusto, ¿cómo no hacerlo? aparece un extraño que te detiene en la calle, dice algunas oraciones un tanto absurdas y luego dice que te conoce. Sentir miedo parecería bastante razonable, y ella lo sintió.
- Ah... bueno, me tengo que ir, chau.
Acto seguido dió media vuelta y enfiló su rumbo para donde se dirigía ántes de ser interrumpida esperando que apareciera alguien más deambulando por las aceras para sentirse más segura.
- Se te ve muy apurada, ¿a dónde vas? ¿puedo acompañarte?
Ella no contestó y apuró el paso para alejarse, el abrió los brazos como reclamando algo y dijo en un tono alto que quebró el silencio:
- No me tengas miedo de mí, de hecho deberías tener miedo de otras cosas... por ejemplo de que no tengas idea de a donde estás yendo tan apurada.
Ella lo escuchó, y pensó:
- Dios, está loco, por favor, ¿qué es eso de que no se a dónde...
Y se detuvo, entonces un escalofrío le recorrió los nervios con velocidad de rayo, y en un segundo se puso blanca como una de esas nubes que ya no había en el cielo.
- Te diste cuenta eh. -dijo él- Peor aún te vas a poner cuando pienses de donde venís y llegues a la conclusión de que no lo sabés, y que no me viste cara conocida porque, de hecho, si trataras de recordar un rostro conocido verías que no podés hacerlo, porque no recordás a nadie. Es lógico, cuando uno tiene los ojos vendados no puede ver más allá de la venda.
El miedo es una sensación bastante desagradable, pero peor aún que el miedo en estado puro es el miedo mezclado con incertidumbre, y esa mezcla es la que estaba experimentando la chica de pelo castaño en ese instante.
- ¿Quién sos?- con aquella pregunta quería matar algo de esa incertidumbre y apaciguar un poco el miedo latente que crepitaba en sus labios pálidos pintados de carmesí.
- ¿Quién soy? Es difícil de decirlo, es decir, yo soy quien decide si es de día o es de noche, si hace frío o calor, si hay gente o hay vacío... desde tu óptica podría decirse que soy Dios, porque después de todo si vos estás acá es porque yo lo decido y en cuanto yo lo quisiera dejarías de ser.
La incertidumbre no cesó, pero el miedo se vio bastante apartado por otra emoción, una que empujó al resto de las emociones a un lado, se puso en primera fila y la hizo estallar, esa emoción era la ira.
- Flaco ¿Podés dejar de hablar como un loco y me podés explicar por qué me decís todas esas cosas? ¿Por qué no se de donde vengo ni a donde voy? y ¿por qué no me acuerdo absolutamente de nada?
El sonrió, fue como si le hubiese gustado esa exasperación, y claro que le gustó, después de todo el la pensó antes que ella, le gustaba como se le tornaba el entrecejo y ese tono rubor cuando se enojaba.
- Bueno, está bien, resumiendo el asunto... vos, ¿cómo puedo decirlo sin que duela?... podría decirse, desde algunos puntos de vista, que vos no existís, que no sos real. Todo lo que estás viendo, todo lo que te rodea, escuchás, olés y sentís, este árbol, éste edificio, el suelo y el cielo, absolutamente todo, todo eso es nada, porque nada está ahí de verdad, o sí lo está, es tan relativo como vos lo quieras pensar. Nada está ahí porque todo esto es pura y exclusiva obra de mi imaginación, vos sos un personaje que estoy pensando en este mismo momento, de hecho yo tampoco estoy acá, soy una representación casi omnipotente de mi mismo dentro de mi cabeza. Y digo casi omnipotente porque a pesar de que decido todo lo que va a pasar no puedo experimentar nada de manera total, yo no tengo sentido del olfato, ni del tacto -tomo unos guijarros del suelo y los apretó moviéndolos entre su dedo índice y pulgar- ... sólo imagino, veo y escucho. En cierta medida ese límite creo que es lo único que me desanima de estar siempre en este mundo.
Por supuesto ella no le creyó una sola palabra, es decir, no es lógico, no es razonable... ¿quién le creería a un desconocido que se te aparece por la calle y te dice que es Dios? Esa desconfianza se hizo manifiesta en la cara que puso, se rió un poco y lo hizo porque si había algo que le gustaba más que su cara enojada era su cara con una sonrisa en la boca, el ascenso de sus mejillas y el blanco perla de sus dientes reflejando el infinito. Él sabía que ella no le creía porque el no quería que ella le creyera, no tan fácil, quería que fuera más difícil de convencer.
- ¿No me crees? ¿Hace calor no? ¿El sol está insoportable? ¿Te gustaría que fuera de noche? -entonces el chasqueó los dedos, lo cual lo hizo sólo para agregar un toque de actuación al asunto porque era totalmente innecesario, y de repente todo era noche- aún así sigue haciendo bastante calor todavía, ¿y si nevara? a todos les gusta un poco de nieve -acto seguido empezaron a caer copos de nieve, pero no hacía frío ¿qué tan lógico es eso?
Fue en ese preciso instante en que ella lo supo, una lágrima empezó a nacer en su ojo derecho y asomó con saltar de la cornisa de su parpado, había tomo noción de su insignificancia, de su inexistencia.
- No pienses eso -dijo él.
- ¿Qué? -y lo miró mientras la lágrima se suicidaba deslizándose al vacío a la vez que el cuerpo le temblaba en un éxtasis de tristeza y soledad.
- Que no existís. La existencia es relativa, ¿qué hace que el mundo en el que yo siento todo exista más que éste mundo en el que vos lo haces? ¿Por qué ese es más real que este? ¿Quién lo dice? Tal vez todos sean tan reales como el anterior, tal vez haya infinitas realidades, o quizás no haya ningún mundo real en realidad.
Ella sintió aun más furia hirviendo en sus venas, estaba indignada por el lastimoso consuelo ofrecido por el joven y dijo con voz colérica:
- Es muy fácil para vos decir ese discurso para consolarme -se atragantó con su sollozo y siguió- vos no sos el que vive en un mundo imaginado por otra persona que decide todo lo que vos vas a hacer.
El rió, con una risa breve y un tanto sarcástica que extrañó y ofendió mucho a la chica de pelo castaño.
- ¿Qué se te hace tan gracioso?
- Nada... es que... yo ya estuve en tu lugar y dije exactamente lo mismo... yo también me crucé con mi Dios.